Fin del principio

Ya estamos en la segunda parte y conviene recordar como llegamos hasta aquí. Usemos un símil futbolero: gana el equipo azul reforzado por los de naranja y con el suicidio de los colorados que marcaron un gol en propia puerta. Mientras los apostadores ya contaban lasa ganancias. Los llamados poderes fácticos habían diseñado la táctica (“un gobierno alternativo al del PP con Podemos y con los partidos independentistas, nos parecía una solución perniciosa” El País) y el capital (Telefónica y otros prebostes que controlan el 13% el 11% o lo que pueden, de la anterior parte contratante) ganaron el partido, la partida y el premio de la quiniela. Al final otros cuatro años de marianismo, movimiento conocido por estar a la espera. 
En la sustentación, nos contaba Manuel Rivas, recordando a un Rajoy “influido por las ideas supremacistas y tecnocarcas de su padrino político Fernández de la Mora que vislumbró el crepúsculo de las ideologías desde el puente de Rande…”. Un largo camino para llegar al mismo sitio. 
A su trinchera. A los fieles. Otros optimistas apostaban por lo contrario: “el PP necesita hacer limpieza en el partido y dejar de proteger a quienes son culpables…” y así, el candidato que peor lo tenía (para unos era el mal menor, para otros era pasar una línea insalvable;  algunos  no querían hablar con él después de aquello de no, es no., y un notable rechazo entre la ciudadanía que, en diferentes ocasiones, le señalaba como el político que recibía  un mayor rechazo. 
Y ahora, qué…? Joaquín Estefanía nos cuenta que lo peor es negar la realidad que hoy ya reconocen organismos como el Banco Central Europeo y la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) que “los ajustes masivos que se dieron durante los años 2011, 2012 y 2013, contribuyeron a intensificar y prolongar la recesión”, con lo que ese milagro económico del que presume Rajoy dejó a millones de españoles fuera del estado de bienestar que disfrutaban tras muchos años de luchas y esfuerzos, solo lo notaron unos cuantos privilegiados. 
Es absurdo pensar – dice por su parte Francisco Camas– que el país puede seguir soportando una política cuyos únicos resultados son el mantenimiento de estructura de poder –económico, político y social– a costa de desempleo, de reducciones salariales y de una política presupuestaria regresiva que solo consiguió elevar los niveles de desigualdad y aumentar el número de ciudadanos al borde de la pobreza. Ahí están. Por sus hechos ¡ya los conocemos!

Fin del principio

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