VIGILIA SOLIDARIA

Es algo extraordinario luchar por lo que uno cree y mucho más si esa idea puede beneficiar a miles o millones de personas. La vigilia solidaria vivida en estos días ha sido algo extraordinario. Ver a jóvenes y no tan jóvenes el estar horas y horas en las plazas públicas, incluso bien entrada la madrugada, para trasladar una clara apuesta por la vida, la igualdad y los Derechos Humanos de todas las personas, independientemente del país en el que vivan o hayan nacido, es algo que marca y nos hace crecer como personas. 
Claro que es cierto que algunos valores han quedado trasnochados. Así muchas personas solo se preocupan de protestar o reivindicar cuando les afecta algo directamente. Cuando no sucede así, incluso tienen el atrevimiento de reírse de los demás, de hacer uso de la soberbia y de creerse poseedores de la verdad absoluta. A estos personajes nadie les echa de menos, solo se quieren a ellos mismos y se cuidan de que siempre haya algún espejo cerca para presumir de la cara dura que poseen. 
Una experiencia agradable estar (durante horas) con muchas personas que tienen tus mismas preocupaciones. Mi esposa incluso se lamentaba de que hubiese finalizado la vigilia de 24 horas, deseaba acudir a la plaza para poder abrazar, besar, charlar con personas de toda clase de raza e ideología. Allí pudimos ver pasar cantidad de gallegos, marroquíes, senegaleses, mauritanos, saharianos y cantidad de inmigrantes que ya poseen la doble nacionalidad. Los que no estaban eran muchos vecinos que ya están acostumbrados  a pasar de todo. 

VIGILIA SOLIDARIA

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