UNA VEZ MÁS

Rabia e impotencia me genera el ver, cada día, más familias que no pueden llegar a fin de mes y viven en una angustia permanente hasta el extremo de sufrir dolencias psíquicas. Mientras tanto, nuestros gobernantes, no se cansan de alardear del crecimiento económico y de las eficientes políticas sociales. Cada vez que nos llega una familia, y ya son muchas, quejándose de actitudes prepotentes y nada humildes de ciertos empleados o funcionarios públicos que trabajan en los departamentos de los servicios sociales nos causa estupor. 
Estas familias ya están en el infierno que le ha tocado como para que quieran buscar ayuda, en estos departamentos, y se encuentren con todo tipo de humillaciones.  Estos trabajadores, algunos puestos a dedo, creo que no van a conseguir que perdamos los papeles pero, a veces, pensamos que deberíamos dejar a un lado la  educación y decirles lo que realmente pensamos de estos seres que no respetan a las persona. 
Hay profesiones y actividades que tienen que ser por verdadera vocación. Somos conscientes del estrés, de la falta de medios humanos y materiales pero estas situaciones en ningún momento pueden justificar la falta de respeto y la humillación hacia unas personas o familias que ya lo están pasando mal y que carecen de lo más básico para sobrevivir. Cada familia vive su propio infierno y entre todos tenemos que ayudarles a que dispongan de los servicios básicos con la mayor urgencia, principalmente, en los casos de emergencia.

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