Miseria y pobreza

¿Qué sería de nuestro país si no existiesen entidades sociales u ongs como Cáritas, Cruz Roja, Bancos de alimentos, Fundaciones…? Largas colas de personas, cada semana, podemos ver en cualquier pueblo o ciudad  en busca de alimentos de primera necesidad. No sólo alimentos sino también ayudas para el pago de la luz, gas, medicamentos, alquileres, transporte público, pañales, leche para la infancia, etc.. 

Hace tiempo que está de moda, entre una parte de nuestra clase política, hablar de Venezuela, Cuba y Bolivia como “argumento” político y de debate (casi siempre se olvidan hablar de China y otras dictaduras similares). 

En España tenemos a millones de familias sin ningún tipo de ingreso económico, con casi tres millones de niños en situación de pobreza, más del sesenta por ciento de nuestros jóvenes españoles (la generación más preparada académicamente) en paro, sin prestaciones y con poco futuro. La desigualdad es cada vez mayor y las dos españas siguen siendo una realidad. 

Una importante cantidad de nuestros políticos, desconocen la vergüenza, han perdido ya la poca credibilidad que podrían tener y a pesar de todo se les ve con la cabeza bien alta, en debates, tertulias o reuniones sociales. 

Mientras tanto la gente humilde, sin apenas recursos, buscándose la vida. Se despiertan cada día sin saber si van a poder comer tres veces al día. Si tendrán dinero para poder acudir al odontólogo, al podólogo ó al oculista, en caso de urgente necesidad. El poder tomarse un café o salir de marcha un fin de semana ya es algo que no recuerdan.

Mientras desde la sociedad civil no seamos conscientes de la necesaria movilización colectiva, instando a los gobernantes que cumplan para lo que fueron elegidos difícilmente van a cambiar las cosas. Los poderosos y grandes fortunas no son conscientes de que aminorando la desigualdad ellos vivirían mucho mejor: con mayor tranquilidad y seguridad. 

Las pequeñas y medianas empresas obtendrían más beneficios porque si las familias humildes cuentan con ingresos sus gastos básicos, cotidianos, van destinados a la adquisición de productos de primera necesidad. No se puede seguir jugando con la dignidad de las personas.  

Miseria y pobreza

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