Inclusión social

Las Políticas Sociales deben tender a la inclusión social real para ofertar las oportunidades y los recursos necesarios para que todas las personas, en igualdad de condiciones, puedan participar completamente en la vida económica, social y cultural, integrando así a todas las personas en la sociedad. 

La realidad es que, en demasiadas ocasiones, las políticas sociales que se aplican no llegan a miles de personas y familias que tienen que limitarse a ver el encendido del alumbrado navideño, en sus pueblos y ciudades, sin poder tomarse un café o bien que se ven obligadas a ir, semanalmente, a alguna entidad benéfica para que a través de la caridad que no de la solidaridad, a recibir alimentos para ayudar a complementar la falta de ingresos suficientes para poder subsistir. 

Hay que señalar que la miseria y la pobreza generan enfermedad y muerte (en muchas ocasiones por suicidio) de demasiadas personas que no son lo suficientemente fuertes para sobreponerse a las adversidades de la vida a causa del desamparo de las diferentes administraciones públicas que se dedican únicamente a adoptar un paquete de medidas que les reporte algún rédito electoral.

Nadie pone en duda que ciertas actuaciones que se adoptan en materia de políticas sociales, por parte de las diferentes administraciones públicas, son necesarias aunque no suficientes para garantizar la igualdad y la calidad de vida de todos los ciudadanos y es por ello que tendría que irse a un plan más integral.

Medidas insuficientes como la atención a domicilio, la asistencia a balnearios, los viajes para personas mayores, la rebaja de ciertas tasas municipales, pases gratuitos para ciertos eventos culturales y gastronómicos, transporte público gratuito, encuentros gastronómicos anuales para personas mayores  y otras muchas que han quedado claro que no son suficientes a juzgar por la cada vez mayor desigualdad.

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