Furtivismo: lacra social

Aestas alturas ya nadie pone en duda sobre la importancia que supone el furtivismo pesquero y marisquero en la sociedad arousana, hasta convertirse en una auténtica lacra social. No es nada nuevo aunque, quizás en los últimos tiempos, se incrementa como consecuencia de la situación de crisis económica, ante la escasa oferta laboral y el excesivo desempleo.

Llega el momento de no seguir criminalizando al “furtivo” en general y se tiene que abordar este grave problema de una manera  seria, estudiando todos los factores que lo provocan. No puede quedar solo en un mero cambio legislativo, pasando de ser considerado una infracción administrativa a un delito. 

Todos sabemos, y la administración no puede ser inconsciente de ello, de que hay personas que bajan a las playas para su propio autoconsumo, ante la carencia de recursos. No nos olvidemos de que hay miles de parados y de estos muchos sin recibir prestaciones económicas o con suerte unos 465 euros mensuales. Tenemos que preguntamos si, todas estas personas, tienen que quedarse en casa, esperando a que los llamen del Sepe, del Inem , de las ETT o bien sobrevivir de los servicios sociales, de las ongs, o de la solidaridad vecinal o familiar, cuando tienen un bien común, como es la propia naturaleza que les brinda la posibilidad de encontrar alimento para el sustento familiar. 

Son momentos difíciles, para la mayoría de los ciudadanos, y eso implica de que todos tenemos que poner en práctica la solidaridad y quizás habría que sopesar la posibilidad de reorganizar las zonas marisqueras, la concesión de los permisos de explotación y las licencias para el marisqueo, afrontando esta situación de crisis de una manera más justa y equitativa para todos, evitando que solo sigan viviendo muy bien los de siempre, mientras una gran mayoría tengan la miseria como compañera de viaje. 

Furtivismo: lacra social

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