Esclavas del machismo

No casarse; no andar en compañía de hombres; estar en su casa entre las 20:00 horas de la tarde y las 6:00 horas de la mañana; no viajar en coche con ningún hombre excepto su hermano o su padre; no teñirse el pelo; no usar vestidos que queden más de cinco centímetros por encima de los tobillos. Estas son algunas “cláusulas abusivas” que formaban parte del contrato de maestras, a principios del pasado siglo. No hace tanto tiempo. 

No usar polvos faciales; no maquillarse ni pintarse los labios; no vestir ropas de colores brillantes; no fumar cigarrillos; no beber cerveza... ¿Que tendrá todo esto que ver con la enseñanza?, pues seguro que nada, pero ocurre que por esas épocas las mujeres en nuestro país no eran ni más ni menos que meras esclavas de una “sociedad machista”, donde la mujer no tenía ningún derecho y era “propiedad” de sus padres, durante sus primeros años de existencia, y posteriormente de su marido. Con la llegada de la democracia y la constitucionalidad de las leyes algo ha cambiado aunque sigan existiendo “personajillos”, asociaciones o grupos políticos con mentalidades arcaicas, que no han llegado a evolucionar.

En pleno siglo XXI desgraciadamente en muchos países del planeta las mujeres siguen muy limitadas en sus derechos humanos hasta el extremo de que son violadas, asesinadas, despojadas de sus bienes y no pasa nada. Los familiares y las autoridades miran para otro lado y asumen esas situaciones como algo habitual y natural. 

En muchos países de América del Sur, Asia o África son cada vez más las mujeres y colectivos sociales que rechazan estas violaciones de los derechos fundamentales de las personas tratando de educar y transmitir los valores de la igualdad, el respeto y la tolerancia entre los más jóvenes y adolescentes para garantizar un futuro de libertad para todas las mujeres, independientemente del territorio en que hayan nacido.

Esclavas del machismo

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