COLABORACIÓN CIUDADANA

Tantos años de trabajo, noches sin dormir, lágrimas a medianoche y ahora pueden quedarse en la calle. Otra vez la tan injusta y endiablada crisis pasa factura a los tres miembros de la unidad familiar. Ya nada va a ser igual para los progenitores, los daños morales no hay quien los repare. El niño aún es inconsciente de la situación, no es capaz de comprender lo que ocurre a pesar de ver reflejada la tristeza en el rostro de sus padres.
Es una situación por la que pasan demasiadas familias. Negocios que llegan a tener pérdidas y acumulan deudas con la Seguridad Social, con la Agencia Tributaria. La Administración Pública quiere cobrar y para eso les embargan los salarios y las cuentas corrientes. El dinero no es suficiente para hacer frente a la hipoteca y la entidad financiera procede a desahuciar a la familia de su vivienda habitual.
En la actualidad el marido está en paro y sin prestaciones, el niño estudiando y la madre se dedica al marisqueo, cuyos ingresos son mínimos y el ambiente familiar es insoportable. A las diferentes administraciones públicas poco les preocupa, para ellos solo son meras estadísticas para sus informes burocráticos. En este caso, como en otros muchos, la colaboración ciudadana y familiar es fundamental para poder salir adelante. Al final se consigue llegar a un acuerdo amistoso con la entidad financiera para no tener que dejar la vivienda y optar a un alquiler social. Por eso no es de extrañar que en 2013, la mitad de los hogares pobres tuvieseno que pedir ayuda económica a parientes y amigos, ante la falta de sensibilidad y compromiso de la administración.

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