No es gasto, no, es bienestar

Nos dejó Domingos Merino, primer Alcalde de la ciudad de la actual etapa democrática. DEP. Hablando con su familia en los actos que tuvieron lugar como homenaje a su figura me comentaban que los últimos años de su vida padeció alzheimer, enfermedad común en nuestros mayores y muy dolorosa psicológicamente para la familia.
No es habitual que en el análisis de las políticas sociales se desarrollen indicadores de utilidad vinculados a la eficiencia que supone un mayor alivio familiar. Hoy en A Coruña hay miles de personas, principalmente  mayores, que padecen patologías que encadenan el entorno familiar a su cuidado ante la insuficiencia de los programas de atención públicos. Los diferentes servicios que se prestan desde la administración autonómica y local son del todo insuficientes y, lo peor de todo, tienen la consideración de gasto presupuestario y no se ven como lo que realmente son, una inversión para el futuro. Y me explico.
Ante, por ejemplo, un alzheimer la administración se muestra del todo incapaz de dotar la cobertura asistencial suficiente para aliviar la carga de dependencia de los familiares que tienen que adaptar su vida al cuidado de un ser querido para lidiar con una enfermedad que pronto requerirá cuidados integrales. Ese entorno familiar verá extremadamente mermada su capacidad de aportación a la comunidad, porque al no recibir apoyo suficiente desde lo público tendrá que destinar sus mejores esfuerzos a atender a la persona querida que no es capaz de valerse en lo cotidiano.
No debería de existir en A Coruña ni una sola lista de espera para equipamientos sociales que atiendan a personas que los necesiten, ni faltar programas de apoyo familiar, ni la aplicación de innovaciones tecnológicas y de proyectos que faciliten las cosas. Quien considere esto un gasto es que no entiende nada, no es capaz de ver cómo las políticas sociales repercuten en la sociedad beneficiando a la comunidad que las aplica intensamente. Generan utilidades fácilmente visibles que se traducen en mejoras inmediatas, también de magnitudes económicas, porque un entorno familiar liberado de una atención integral a un ser querido está en condiciones de contribuir a la comunidad con su trabajo y vitalidad ¿Cómo se mide la normalidad en lo cotidiano, el poder disponer plenamente de tu vida sabiendo que tienes a los tuyos cuidados? ¿Cuánto afecta la conciliación familiar a un problema crucial como la caída de la natalidad?
Este grave desajuste social, que afecta a todos, será creciente dada la tendencia demográfica y tenemos la obligación moral y política, de dotar los recursos suficientes para liberar a los entornos familiares de estas cargas que en muchas ocasiones consume toda su energía. La sociedad debe preocuparse de las personas dependientes de manera digna y permitir a sus familias desarrollar su vida con normalidad. Una sociedad que así se preocupa de los suyos será más consecuente y responsable y permitirá el necesario avance en estándares de bienestar. El ámbito municipal es la plataforma adecuada para su implementación. Complementariamente el beneficio en la comunidad sería inmediato al liberar a las personas de una carga que les permitirá contribuir a la mejora colectiva a través del desarrollo de sus plenas capacidades.
 

No es gasto, no, es bienestar

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