Menudo lío político

La situación política, especialmente compleja tras las elecciones generales, sigue dando pie a todo tipo de tacticismos, cuando no a juegos de tronos, partidas de ajedrez y carruseles. Parece haber temor a llamarle política a lo que hacen los viejos y nuevos políticos. ¿Cuál es el problema de fondo? Para los partidos da la impresión de que lo es la formación de Gobierno o, de no ser posible, la convocatoria de nuevas elecciones. Para la gente, especialmente para los menos favorecidos, el problema es la crisis, llámese paro, desigualdad, pobreza, precariedad o como se quiera.
Arreglar la investidura es complicado, pero no es ningún imposible. Tal vez lo sea ahora mismo para Rajoy, que vive en soledad, pero no tanto para Pedro Sánchez. Puede que ni siquiera para un posible sucesor de Rajoy. Pero el problema no es formar gobierno, sino gobernar. Un gobierno que excluya al PP, por ejemplo, no podría hacer grandes reformas, empezando por la constitucional, que quedaría bloqueada. Un gobierno muy de izquierdas no podría hacer su política, ya que Bruselas se la obstaculizaría. Un gobierno sin el apoyo de catalanes y vascos difícilmente podría contener las ansias separatistas. ¿Qué quiere decir esto? Que si se quiere hacer una reforma constitucional, cambiar el modelo productivo y sentar las bases de un nuevo Estado será necesario un acuerdo amplio, transversal, como en la Transición. Si de lo que se trata es de formar un gobierno para sobrevivir puede que valgan las matemáticas parlamentarias.
La duda tal vez no esté en eso, sino en saber qué podría pasar de haber nuevas elecciones. Por eso mismo es creciente el número de analistas políticos que igualan las negociaciones para formar gobierno a meras maniobras electorales, cada uno en busca de réditos. En definitiva, que España sigue metida en un lío, donde la presión política es ahora para Sánchez y la penitencia para Rajoy, quien ha pasado de tener mayoría absoluta a ni siquiera poder defender un discurso de investidura. Rajoy, en realidad, tiene más penitencias: su partido es el primero de la democracia en verse imputado por corrupción y su vicepresidenta se ve salpicada por un nuevo escándalo. Por cierto, ¿si un político imputado debe dejar su cargo, un partido imputado puede gobernar?

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