Algo habrá que se pueda pactar

Aunque los tiempos cambian y la prensa no es lo que fue, un editorial de “The New York Times” es un editorial de “The New York Times”; es decir, la expresión del diario más influyente en el mundo. No es frecuente que sus editoriales hablen de España, pero tampoco es algo excepcional. Su visión, por lo general progresista, no suele alinearse con el Gobierno conservador, ni ahora con Rajoy ni antes con Aznar. Su editorial sobre Cataluña tampoco incluye elogios para el Ejecutivo del PP. Hasta ahí todo normal. La novedad está en que esta vez “The New York Times” va más lejos, al sugerir al presidente del Gobierno la conveniencia de permitir un referéndum de autodeterminación, lo cual entraña un error de concepto: a diferencia del primer ministro del Reino Unido, el jefe del Gobierno español no tiene poderes para llegar tan lejos. Sí, en cambio, para propiciar una reforma constitucional que permita realizar ese referéndum, lo cual exigiría el concurso del partido de Rajoy y de otras fuerzas. Algo habrá que se pueda pactar.
La conclusión del “The New York Times”, cuando dice que “la mejor salida para España sería permitir el referéndum, y para los votantes catalanes, rechazar la independencia”, no está bien fundamentada en su primera parte y resulta ingenua en la segunda. Sí parece más certero el influyente diario estadounidense cuando concluye que “la intransigencia de Madrid solo inflamará las frustraciones catalanas”. No puede merecer menos Cataluña, no solo por si es declarada oficialmente una nación del Estado español, sino porque tiene 7,5 millones de habitantes, cuyas actividades representan casi una quinta parte de la producción económica y un tratamiento fiscal que no siempre es proporcional. Pero, con la Constitución en la mano, el presidente de la Generalita y “The New York Times”s saben que no pueden convocar ya a Rajoy para que siga el ejemplo del Reino Unido, donde Cameron permitió que Escocia votara su independencia.
El editorial se publica una vez que Puigdemont anunciase que el 1 de octubre se celebrará un referendo sobre la independencia de su comunidad y también de que visitase en Nueva York la sede del periódico que editorializa. Ambas cosas condicionan el contenido del editorial, que tiene el mérito de abrir al mundo el debate sobre el encaje de Cataluña en España. Tal vez sea esa y no otra la solución final, ya que entre la independencia y el actual statu quo, seguramente hay margen para la negociación política, más allá de eludir el rango nacional de Cataluña y de reducirlo todo al embate secesionista; máxime cuando en Cataluña no solo hay independentistas: también hay nacionalistas, catalanistas, autonomistas e incluso gente que tiene dudas razonables sobre todas estas cosas.

Algo habrá que se pueda pactar

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