El populismo llegó a EEUU

Sigo con atención el proceso electoral de Estados Unidos y si me encontrara con el Nobel de Economía Joseph Stiglitz le haría la misma pregunta que él confiesa le están formulando en las últimas semanas en sus viajes por el mundo: “¿Cómo es posible que la candidatura de Trump haya llegado tan lejos?”.
Desde la distancia sorprende que en el país más poderoso y rico del mundo, que alberga las mejores universidades y que tiene la mayor nómina de grandes creadores de ciencia y conocimiento, aparezca en la rampa de salida y con posibilidades de llegar a la Casa Blanca un individuo que el catedrático e investigador Timothi Garton Ash califica de “demagogo narcisista, fanfarrón, mentiroso, ignorante, farsante y racista”.
La imagen que ofrece el personaje recuerda a los legendarios cowboys del oeste, un tipo matón y provocador, grosero e inculto que, además, presume de xenofobia. El influyente “New York Times” lo califico en un editorial como “el peor candidato en la historia moderna de los Estados Unidos” y, en palabras del citado Garton Ash, “es un peligro para la paz civil y el prestigio de su país en el mundo”.
¿Cómo ha llegado hasta aquí? La respuesta la daba Steve Jarding, el profesor de Harvard que en un luminoso artículo afirma “El populismo llegó a EEUU”, tesis que también defiende Joseph Stiglitz. Ambos sostienen que la onda populista que promete soluciones fáciles y rápidas para problemas complejos prendió en el país, igual que en Europa, por el desencanto de la población ante la inacción y forma de hacer política de los gobiernos que prometieron garantizar prosperidad para todos y no han cumplido con su cometido.
El apoyo que recibe Trump, dice Stiglitz, procede al menos en parte de la ira generalizada de muchos ciudadanos que están ahora peor que hace 25 años y perdieron la confianza en el Gobierno que salvó a los banqueros y se preocupó poco de los que perdieron empleos y vivienda. ¿Les suena? Son razonamientos y reacciones comunes en todo el occidente, también en España.
Que nadie descarte la victoria de Trump, sobre todo después de los correos que delatan a su contrincante. Pero populismos aparte, sorprende que EEUU no presente candidatos de más nivel –Clinton tampoco cautiva– para regir sus destinos.
Eso quiere decir que, además del populismo, también llegó la mediocridad a la política y sociedad de aquel país por el que a veces sentimos una admiración tan desmesurada que roza el papanatismo. 

El populismo llegó a EEUU

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