¿Incapaces para los idiomas?

¿Tenemos los españoles una especial incapacidad para aprender idiomas o hay que imputar esa laguna a la poca constancia en el estudio? Hace unos años se desató en la opinión pública una pequeña polémica sobre esta carencia formativa que el genio de Fernando Quesada expresó gráficamente en una viñeta: “A nosa xeneración non era de idiomas”, decía el paisano de la boina. “Non, pero sabiámos latín”, le contestó su colega con deliciosa ironía.
Sabían latín en sentido metafórico, que equivale a poseer la retranca que dicen adorna a los gallegos, y conocían algo de la lengua del Lacio, hoy desaparecida de los planes de enseñanza. Pero los intentos por marginar el latín vienen de viejo. Una leyenda urbana cuenta que el ministro Solís se preguntaba en las Cortes franquistas “para qué sirve el latín” y un profesor de esta lengua le contestó: “Entre otras cosas, para que los vecinos de Cabra –de donde era Solís– se llamen egabrenses”.
Polémicas aparte, ¿el hueco que dejó el latín –y el griego– en los planes de estudio fue ocupado por la enseñanza de lenguas extranjeras vivas? Pues parece que no, al menos no con buenos resultados. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas concluye que tan solo el 27,7 por ciento de los españoles habla, lee y escribe el inglés frente a un 59,8 por ciento que lo ignora todo de esta lengua; solo el 9 por ciento, maneja el francés, seguido a mucha distancia del italiano y el portugués. Un dato relevante: el 94,8 por ciento afirma que saber idiomas tiene mucha importancia, pero tan solo uno de cada diez ciudadanos mayores de 18 años está aprendiendo en la actualidad una lengua extranjera. Pobre porcentaje.
Es verdad que hubo progresos desde la universalización de la enseñanza, pero esta laguna idiomática acompañará siempre a las generaciones de las escuelas unitarias y de los primeros grupos escolares, poco dotados de medios humanos y materiales para la docencia de lenguas extranjeras.
Muchas personas de aquella hornada lamentan que la “hoja en blanco” más relevante que tienen en su currículum es no saber inglés, lo que les limita para viajar, para comunicarse en encuentros casuales o programados y para conocer y enriquecerse con el contacto de otras culturas.
Claro que los de aquella generación sabían latín, que es la raíz y el fundamento del gallego y castellano, las dos lenguas que hablamos en Galicia, cuyo conocimiento sigue siendo hoy de gran utilidad.

¿Incapaces para los idiomas?

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