LA GENERACIÓN SIN ESPERANZA

En el viaje de vuelta de Oriente Medio el Papa, en conversación distendida con los periodistas que le acompañaban, dijo que “en España se descarta a una generación de jóvenes y esto es gravísimo” en referencia al paro juvenil. Pero es tan grave el paro que sufre la generación de los que tienen 50 y más años a los que el mercado laboral considera “viejos” y viven en un estado de desesperación, porque ya no cuentan con las posibilidades que por razones biológicas tienen los jóvenes.
Hace unos días, la revista XLSemanal incluía en sus páginas un amplio reportaje sobre “La generación sin esperanza: 50 años y en paro”, que afecta a un colectivo de personas que han perdido el empleo, tienen poco margen para reciclarse, ninguna posibilidad de emigrar en busca de otros horizontes y casi todos aún tienen cargas familiares, algunos con hijos en edad escolar.  
La publicación recoge la historia de seis personas con formación específica -una sumiller, una periodista, un técnico en artes gráficas, un director de gestión, un jefe de almacén y una auxiliar de clínica- que trabajaron muchos años en distintas empresas con gran profesionalidad, las crisis las envió al paro y sus testimonios son desgarradores y ejemplares por la forma que tienen de reaccionar. Como el de la sumiller de 51 años que se ha costeado muchos cursos, sigue enviando curriculos, le llaman a alguna entrevista pero  “al verte te hacen sentir mal, como si fueras culpable de ser mayor”. A pesar de todo, “me obligo a tener esperanza. No quiero resignarme, porque en una cabeza llena de desesperación no caben los sueños. Y sin sueño, ¿para qué vivir?”.  Sencillamente, admirable.
En el fondo de estos y otros testimonios de esa “generación sin esperanza” late un sentimiento de frustración consigo misma porque “mentalmente vas sintiendo que eres un inútil, buscas cada día puerta a puerta, a través de amigos y la respuesta es siempre la misma, que tienes más de cincuenta años”. Y sentimiento de decepción con los gobernantes. “El Gobierno habla de brotes verdes, de recuperación de la economía, de crecimiento, de salida de la crisis... pero nada hace por nosotros, ya no habla de parados de esta edad, como si no existiéramos...”.
¿Por qué los políticos son incapaces de ponerse de acuerdo en implementar políticas activas de empleo? Esta generación de los cincuenta son un millón de personas y merecen algo más que ser un dato estadístico en las oficinas de empleo o en la Encuesta de Población Activa. 

LA GENERACIÓN SIN ESPERANZA

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