DELITO Y DELINCUENTE

De la ingente producción intelectual de doña Concepción Arenal todos conocen, al menos, la máxima “odia el delito y compadece al delincuente”, que es probable pronunciara después de ver la cruda realidad de las mujeres presas, solas y repudiadas, que conoció siendo Inspectora de Cárceles de Corrección de Mujeres, un cargo relevante en la administración del XIX.
Me acordé de la sentencia de la ferrolana más ilustre la semana pasada leyendo las crónicas de la detención de Andrés Bódalo, concejal de Jaén en Común en esta capital andaluza, que tiene un denso historial delictivo.
Este edil fue condenado por participar en una batalla campal contra jóvenes de extrema derecha; por destrozar una heladería en Úbeda –encabezaba un piquete informativo con “bate de beisbol”– para obligar a sus dueños a adherirse a la huelga; por el asalto a la Consejería de Agricultura y agredir a los policías al grito de “fascistas de mierda, franquistas, cabrones”, lanzándoles manotazos y patadas con gran violencia; y ahora  le condena la Audiencia de Jaén a tres años y medio de prisión por una paliza -“golpear con los puños y patadas en la barriga”, dice la sentencia- a un concejal del PSOE del ayuntamiento jienense de Jódar. 
Este matón defiende a los trabajadores con la razón de la fuerza y cuenta con el apoyo de Podemos, el partido de su militancia, y de otros integrantes de  la “nueva política” que no tienen reparo en amparar métodos tan contundentes porque son más partidarios del matonismo en la calle que de la democracia del Estado de Derecho que se ejerce en parlamentos y consistorios
Algunos cualificados defensores de la democracia del “estacazo”, en lugar de exigir la dimisión de Bódalo, lo equiparan con Miguel Hernández, una comparación obscena porque el concejal no es víctima de un sistema opresor, sino que fue condenado por agredir a personas, mientras que el autor de “Andaluces de Jaén” fue víctima de la crueldad del franquismo por el delito de “pensar alto, sentir hondo y hablar claro”, que eso es ser poeta. 
Es probable que doña Concepción Arenal, persona bondadosa y de profundas creencias, aplicara su máxima “odia al delito…” al concejal Bódalo. Los que tenemos menos fe seguimos su ejemplo y también odiamos cualquier agresión que, además de delito, es una ofensa a la dignidad del prójimo, e intentamos compadecer al delincuente, pero pensamos que está mejor recuperándose en la cárcel con el tratamiento de la ley. 

DELITO Y DELINCUENTE

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