Cuiden la Transición

cuiden el legado de la Transición. Por muy diferentes ideas que se defiendan pertenecemos todos a la misma comunidad política”, dijo el jueves pasado Santos Juliá cuando recogió el “Premio Francisco Umbral 2017” al mejor libro del año que ganó su trabajo “Transición. Historia de una política española (1937-2017).
Esa “comunidad política” es la España actual, una democracia consolidada que alcanzó en los últimos 40 años el mayor nivel de progreso y bienestar, de respeto a derechos y libertades. Frente a este país solvente “se levantan intentos de construcción de otras identidades políticas, pero hay que salvaguardar la que tenemos porque la quiebra del proyecto común es el retorno a la guerra civil”, enfatizó el veterano historiador que se mostró pesimista, seguramente porque conoce los muchos sobresaltos que vivió este país`.
El trabajo premiado empieza en 1937 y concluye con “la ruptura nacional-populista” que en nueve páginas sintetiza la trayectoria del nacionalismo catalán hasta setiembre de 2017 cuando la presidenta del Parlament, “después de vulnerar las leyes que rigen la vida de la institución que preside… dirigió desde una tribuna montada en la calle al público una arenga para advertirles acerca de la dictadura bajo la que gime su nación: la dictadura franquista”.
Cuenta Juliá que esa dictadura franquista que para Carme Forcadell oprime a Cataluña fue desmantelada en tres años, de noviembre de 1975 a diciembre de 1978, con un proceso de reformas que acabaron con el viejo régimen y legitimaron un nuevo Estado configurado en torno a la Monarquía y a las nacionalidades y regiones que forman el territorio español.
El rasgo singular del proceso de la Transición está en que no se ajustó a un patrón preestablecido sino que fue el “modelo” patentado por el pueblo español representado por políticos de todas las ideologías que tenían gran sentido de Estado en aquel momento y supieron evolucionar de la dictadura a la democracia. “Todos, dice Juliá, dejaron por el camino algo de lo que habían soñado y eso explica que la Transición no fue una revolución, ni una continuación de lo que había, sino una transacción”.
“La Transición”, el trabajo premiado de Santos Juliá debería ser el libro de cabecera para los políticos, sobre todo para los de la nueva política, ya envejecida, que rechazan la Transición y su legado “el régimen del 78”. Que es el sistema que quieren destruir mientras viven cobijados en su regazo.

Cuiden la Transición

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