VOLVER A LA CASILLA DE SALIDA

El juego de la oca entre los niños de mi generación fue tremendamente popular. En la gran mayoría de los hogares había uno que por el otro lado traía un parchís. De niños todos hemos jugado en ese gran laberinto en el que se tiene que ir superando dificultades y también cosas positivas para llegar a la casilla 63 con la que se gana la partida. En este juego de mesa se puede avanzar o retroceder. Su  historia nos remonta a más de dos siglos. El ejemplar más antiguo que se conoce data del 1640 y está realizado en madera de origen veneciano. La calavera o la muerte, depende de quien haya realizado el panel, es lo más perjudicial en el juego. El que cae en ella tiene que volver al punto de partida. O sea, a la casilla número uno.
Traigo a colación este juego infantil, puesto que su movimiento de fichas tiene una gran semejanza con lo que está ocurriendo en el tablero político en el momento actual. Los negociadores, que buscan sacar a España del pozo en el que se encuentra metida por falta de nuevo ejecutivo, siguen lanzando los dados para para ver si pueden caminar hacia adelante o tienen que retroceder. Soy de los que creo que en estos  momentos uno tras otro van a caer en la casilla 58 y tienen que volver a la inicial comenzado de nuevo el diálogo y la negociación. 
Llevamos ya 116 días de ascensos y descensos por este camino y faltan 18 días para que todo concluya. Que es lo mismo que decir que se tienen que convocar nuevas elecciones. Un paso que un porcentaje muy alto de españoles –cifrado, según el sondeo, en más del 65 por ciento– no quieren que se produzca. Son partidarios de que las fuerzas políticas se pongan de acuerdo y comiencen a trabajar. Mientras tanto, las encuestas que se publican en determinados medios dan cuenta del voto en ascenso y descenso para los que en estos momentos ocupan bancadas en el Congreso de los Diputados. La tendencia demoscópica, que en los últimos tiempos yerra bastante, presupone que Ciudadanos es la fuerza que más asciende, los populares suben un poco, los socialistas se estancan y los podemitas conocen lo que es bajar por la pendiente que tan fácil ascendieron.
En fin, volveremos todos a la casilla de salida. Y a partir del 2 de mayo tendremos que agitar los dados para ver como corremos para llegar al 26 de junio en el que volveremos a ser protagonistas y disfrutar de la fiesta de la Democracia. De no cambiar la tendencia tendremos más de lo mismo. El famoso gobierno transversal –la suma de los denominados renovadores PSOE, Pd y Cs–, es una auténtica irrealidad, imposible de realizar e inviable . ¿Cuándo se darán cuenta los negociadores…? La perdiz, de tanto marearla, ya huele mal.

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