TECHO, SUELO Y SILLÓN POLÍTICO

Los que trabajan en televisión desayunan todas las mañanas con el que puede ser el “sapo” del día en forma de cuota de pantalla. Los que  dan la cara viven pendientes de esos datos. Es un vivir sin vivir, como confiesan muchos de ellos. Algo parecido les ocurre a los políticos en los últimos tiempos.
También desayunan con una cuota, no de pantalla sino de  sondeo demoscópico sobre la intención de voto, que viene a ser lo mismo, pero para conocer la aceptación por parte del electorado.
Hoy en día los que ostentan cargos de elección y que están remunerados –lo que quiere decir que no tienen que seguir con sus funciones profesionales por las que recibían una nómina, más bien reducida– se preocupan de conocer lo que piensan los ciudadanos a la hora de depositar el voto. El servicio público al ciudadano pasa a un segundo plano, si es que alguna vez estuvo en el primero.
En estos días de tanto vaivén político, con factoría de encuestas e intención de voto casi diarias, se olvida el compromiso de trabajar por la ciudadanía que les eleva al sillón o poltrona política. Ahora es el momento de no perder ni ritmo ni compás y estar atento, ojo avizor, para no ser desbancado de una lista electoral con posibilidades de ser elegido y garantizar sueldo fijo para los próximos cuatro años.
Soy de los que creen que techo y suelo, hablando de sondajes demoscópicos, están bastante superados. Es lo mismo que decir lo viejo y nuevo en política. Son tiempos de cambios que demanda la gente de la calle y a los que los partidos políticos mayoritarios hacen oídos sordos.
Estamos en una época continuista en la que lo importante es conservar el sillón, que es lo mismo que el acta de electo, para seguir haciendo lo mismo que hasta ahora. Y lo cierto es que son tiempos nuevos en los que los nacionalismos, que fueron bisagras oportunas y oportunistas para derechas e izquierdas, están en un viaje descendente.
Mientras que otras fuerzas, alguna procedente de tierras catalanas pero con visión de globalidad de  nuestro país, siguen subiendo enteros en las encuestas. Y otras con mucho sentido populista y de calle, con un ascenso imparable pero faltándoles la organización y mecánica política de régimen interno que es la maquinaria que mueve el proceso electoral.
De tierras andaluzas vendrán las primeras señales. Será el comienzo para hablar de alianzas. La hegemonía bipartidista, que lleva tres décadas gobernando, está muerta. ¡Ojo al parche! Cuatro ojos ven mejor que dos…, aunque sean con visión centroderecha y socialdemócrata.

TECHO, SUELO Y SILLÓN POLÍTICO

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