Los líderes políticos están que lo tiran, como se dice en el argot comercial. Parecen más gerentes de establecimientos dedicados a prendas de vestir que responsables de una fuerza que, con el voto directo, delegado o prestado, tiene que regir los destinos nacionales, autonómicos, provinciales o locales. Son tiempos de bajar los precios. De hacer grandes ofertas para que el sufrido, forzado y maltratado cliente/votante, les pueda creer con hechos puntuales para que no se fije mucho en los reiterados incumplimientos del contrato que les debía unir con un cordón umbilical saliendo de una urna de votación. O sea, el programa electoral que luego no cumplen y lo dejan guardado en un cajón esperando la próxima contienda para sacarlo y seguir engañando a los electores.
Por si no se dieron cuenta han llegado las tradicionales rebajas del mes de julio. En esta ocasión entre los calores mucha menos publicidad que nos atosigue e invite a comprar ropa con la que ocupar nuevos espacios en el armario.
Este año los políticos también enarbolan sus pancartas, diatribas y demás objetos de márquetin mentiroso y político, para convencernos de que tenemos que votarles cuando llegue septiembre cubiertos con barretina, los finales del otoño, en el caso nacional y el año próximo en el autonómico. Nos recordarán que son los que ofrecen el mejor de los productos sacados del baúl de los recuerdos y de las mentiras electorales a las que nos tienen tan acostumbrados. Y es que todos, sean del signo que sea, son iguales a la hora de ofrecer cosas, que luego no cumplen o no pueden cumplir. Unos lo hacen con la cabeza cubierta con una gorra, otros en zapatillas deportivas y camisas a cuadros que parece que no se cambian nunca, y los de más allá en la posición política con corbata y cabellera teñida que yo sería incapaz de llevar con mi pelo cano porque aún me queda algo de vergüenza estética.
Ayudas escolares, comedores veraniegos para niños, paralización de los desahucios y reubicación de los afectados, copago sanitario, pensiones adecuadas y en crecimiento real no ficticio, luchar contra la corrupción, mejoras en la educación, aumento del impuesto del IVA, hasta llegar a la madre de todas las rebajas políticas relacionada con el IRPF, que sacó Mariano Rajoy de la chistera de los incumplimientos políticos en un día de calores máximos en todo el país, lo que hizo que algunos comentaristas pensaran que tenía fiebre...
Son estas algunas de las lindezas que figuran en los dípticos verbales de los políticos con las que nos quieren convencer para que sigamos creyendo en ellos. Unos para que las Mareas sean cada vez más vivas (tarda más tiempo en bajar y subir el agua), y otros para no seguir perdiendo el poder que en los últimos años teñía de un color azul fuerte gran parte de la piel de toro. Han llegado las rebajas políticas. A partir de ahora, y con los calores del verano rompiendo los termómetros, los líderes van a intentar convencernos de sus proyectos, anhelos y deseos. Más de lo mismo, nos llegue desde la izquierda, el centro, el nacionalismo o la derecha. Las rebajas en política no existen. Los incumplimientos, sí.