LOS TRES MOSQUEPERROS

Corría el año 1982 cuando los niños españoles, los que ahora superan la década de los treinta, como el caso de mi hija, se sentaban frente al televisor extasiados para ver una serie de dibujos animados : D’Artacán y los tres Mosqueperros. Una adaptación de la obra de Alejandro Dumas para la audiencia infantil. Es la historia de D’Artacán (D’Artagnan en la novela) que viaja a París para convertirse en un “mosqueperro” y vivir aventuras luchando contra los malvados planes del cardenal Richelieu. En la capital francesa conoce a los tres mosqueperros Amis (Aramis), Pontos (Porthos) y Dogos (Athos), que le apoyaran en su empresa.
Esta historia de animación televisiva me sirve para mi comentario semanal. Dejo a un lado al protagonista D’Artacán (por el momento es una incógnita), y montó en sus respectivos corceles parlamentarios a los tres mosqueperros, cuyos nombres de fabulación los cambio por los apellidos Rajoy, Sánchez y Rivera.
Comencemos la cabalgada. Se trata de la lucha continuada para defender los intereses de los buenos, como hacían los tres espadachines en la ficción televisiva emulando a sus hermanos mayores de la novela de Dumas. Los mosqueperros del siglo XXI cambian las espadas por el número de asientos en la Cámara Baja que les otorgan votos para la elección del que tendrá que ser el gran D’Artacán que rija los destinos de nuestro país en los próximos años. 
La famosa frase “Todos para uno y uno para todos” en nuestro cuento de animación parlamentaria no se da por el momento. El mosqueperro Rajoy quiere que en la unidad de los tres espadachines se haga la fuerza, postulándose a su vez como líder. Y los otros dos, los mosqueperros Sánchez y Rivera, pretenden hacer la contienda parlamentaria por parejas y, como al flautista de Hamelin, que le sigan embelesados por el sonido melodioso de su flauta.
Las cosas de la “batalla” parlamentaria siguen como el primer día (20 de diciembre), aunque en el apartado del debe hay que situar el fiasco del mosqueperro Sánchez, al que le hizo el arco de espadas el mosqueperro Rivera .Las posiciones no se han movido un ápice después de dos largos meses de haberse celebrado las elecciones. Y por el camino por el que van nos están abocando a tener que volver a los colegios electorales a finales del mes de junio. Los plazos corren muy deprisa. Las posiciones no varían y la fragmentación y aritmética parlamentaria siguen siendo el gran obstáculo a salvar.
Los tres mosqueperros tienen que hablar sin reproches, resentimientos, postureos o rescoldos del fuego que tanto atizaron y cuyas llamas fueron incapaces de sofocar. Y si no lo hacen el cardenal Richelieu (el podemita Pablo Iglesias), estará esperando para hacer alguna de sus maldades como en la serie televisiva. Y como en los dibujos animados quizás haga falta una Julieta (Constance Bonacieux), sobrina del señor Bonancieux y doncella de confianza de la reina…

LOS TRES MOSQUEPERROS

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