Tres mosqueperros y Dartacán

Cuando mi hija era pequeña sentía predilección por una serie de televisión que daba cuenta de la lucha sin cuartel de Tres Mosqueperros a los que se les quería unir otro llamado Dartacán. Los espadachines empuñando sus espadas se unieron para luchar contra los malvados que procedían de la escolta del cardenal. Una historia de dibujos animados extraída del famoso libro de Alejandro Dumas que durante años deleitó a los más niños de la casa. 
Con el paso de los años los Tres Mosqueperros dieron el gran salto para situarse en la primera línea de la política nacional. Ellos, Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Pablo Echenique unieron sus espadas dialécticas, televisivas, radiofónicas y asamblearias de facultad, para luchar contra los moradores del castillo de la política, aglutinados en torno a la derecha y el poder establecido. 
Los tres que se fueron haciendo mayores, casi viejos, rompieron el juramento de todos para uno y uno para todos. Ahora sus postulados son los de tocar poder lo más alto posible y de forma personalista dejando a un lado sus ideales de caballeros asamblearios y reviviendo la historia de los espadachines, pero ahora en lugar de armas aceradas prefieren las redes sociales en las que lanzan estocadas intentando herir de muerte y penetrar en el corazón de su adversario. Y lo hacen por cotas de poder, sin importarles el compañero de viaje de aquellas épocas en que dejaron las aulas para formar la unidad callejera y hacerse más que mediáticos a través de las televisiones, que les dieron demasiados minutos para llegar antes de lo previsto a la fama y a la gloria. 
El Dartacán de turno además de la consabida espada llevaba en la otra mano la rosa del socialismo. Pedro (Dartacán) Sánchez, quiso meter la cuña de su propia madera en forma de unidad de la izquierda, para luchar contra los integrantes de la guardia del cardenal, o sea la derecha que gobernaba, e imponer la nueva ley en unión de los Mosqueperros. Sin darse cuenta fue cayendo en las tupidas redes de los jóvenes políticos y politólogos y al mirar atrás se encontró que no había nada. 
Ahora Dartacán Sánchez intenta disponer de su propia guardia para seguir luchando por la supremacía en el socialismo patrio. Lo malo es que los que se suman a su proyecto son malos espadachines y pronto caerán en la batalla a espada dialéctica tendida.
Mientras, los Tres Mosqueperros seguirán jugando a las mayorías para controlar Podemos que, como fuerza política, se está haciendo vieja en un par de años. Los afanes personalistas de estos tres espadachines están haciendo que militantes y simpatizantes no se encuentren cómodos con algo que les abrió las puertas de la esperanza y de los cambios, y que ven como sus líderes se están convirtiendo en unos políticos al uso que quieren tocar la moqueta y el coche oficial que otorga el poder. 
En Vallecas, en su segunda edición, el duelo de las espadas será una realidad. La unidad es cada vez más difícil y la fractura puede ser demasiado grande. El sueño de facultad y asambleario de unos jóvenes universitarios metidos a políticos que despertaron a una gran masa social a través de las redes, puede verse muy truncado.  

Tres mosqueperros y Dartacán

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