Firma tú, que a mí me da la risa…

Recuerdo que de niño cuando íbamos a entrar en una finca, por aquello de las frutas veraniegas que tanto nos apetecían, siempre había uno en el grupo que decía: “Entra tú, que a mí me da la risa…” Una frase hecha con la que se pretendía salvaguardar la posible presencia del dueño del frutal que solía estar acompañado de un perro que no tenía muy buenas intenciones para saludar a los forasteros.
Esta frase, tan socorrida en ocasiones, me transporta a tierras catalanas donde los integrantes del Gobierno de la Generalitat, de ese ejecutivo separatista y que pretende infringir una ruptura al manto Constitucional español, con Oriol Junqueras como máximo exponente, juegan estos días al gato y el ratón para ver quién es el primer voluntario que estampa su firma en un documento que puede ser recurrido y susceptible de una inhabilitación a su signatario, además de la posible multa que tendrá que hacer frente con sus pecunios privados.
Eso de entrar uno primero y luego los demás no va mucho con la filosofía que mantienen estos políticos de corte secesionista. Inicialmente no hay un voluntario que se presente para firmar la compra de las urnas o para avalar con su firma el decreto del referéndum del 1-O, después de que un buen número de diputados autonómicos catalanes –72 en total–, aprueben la ley del referéndum y que llevará la firma positiva y el respaldo de los separatistas de Junts pel Sí y la CUP
Faltan 71 días, bien contados, para que las urnas de cristal, papel, metacrilato, cartón, o hechas con cajas de zapatos, se coloquen –¿dónde?–para que los catalanes ejerzan un derecho de votación que no tienen y sin censo regulador de la consulta.
“Firma tú, que a mí me da la risa…”, siguen diciendo los compañeros de partido, ahora la PDeCAT antes CiU, del honorable president Carles Puigdemont, el hombre que fueron a buscar, según dicen, cuando hacía la compra, para que se presentase en el Parlamento y lo eligiesen presidente del Gobierno de la Generalitat que se quiere independizar de España sin que los españoles le demos autorización para ello.
Y mientras la mano fuerte de la Generalitat, Oriol Junqueras espera para ver lo que pasa, moviendo entre bambalinas los hilos del independentismo. Lo de ser mártir e inhabilitado le va muy mal. Él busca que se sigan quemando como hasta ahora los antiguos convergentes –seguidores de Pujol y Mas– porque el de Esquerra Republicana quiere nuevas elecciones para conseguir, según indica la tendencia del voto, la presidencia del Govern.
Del referéndum se hablará luego y en otro plano político. Lo importante es ir dejando compañeros del ejecutivo en el camino. A él le da la risa para cruzar solo la línea del independentismo. Casi nada.

Firma tú, que a mí me da la risa…

Te puede interesar