LA ESCALERA ELECTORAL

Nunca me ha gustado que a los gallegos se nos asimile como aquellas personas que nunca se sabe si suben o bajan la escalera. Creo que con nuestra forma de ser dejamos claro cuál es nuestro pensamiento, pese a que para ello utilicemos con demasiada frecuencia una pregunta antes de dar una respuesta. Lo de la escalera es algo que sin llevar en nuestro genes tenemos que convivir con ello, nos guste o no. Y a mí, en verdad, que no me gusta.
En la escalera electoral la gran mayoría de los partidos bajan algunos peldaños, mientras que otros los siguen subiendo sin que las dos fuerzas mayoritarias hagan algo para que los ciudadanos puedan ser conscientes y conocedores del trabajo que realizan. Vamos por partes.
El PP ha dejado de buscar el centro que tanto anhelaban líderes políticos de la formación. Ahora está en un terreno en el que la captura de votos es mucho más difícil que la pérdida de los que se registran y que, según las encuestas, son por miles. El PSOE mantiene una pugna interna de baronías sin que la clase obrera, sustento de su denominación en tiempos pasados, tenga conciencia de que siguen siendo sus valedores. Los comunistas, que hace mucho tiempo dejaron en lugar poco visible la hoz y el martillo, siguen descendiendo peldaños en caída libre, llevando como compañeros de bajada sin freno a nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, y manteniendo la incógnita con ERC.
Y en el rellano de la escalera, en alguno de sus descansillos, UPyD, que da la impresión que ha llegado al máximo de su techo electoral y bastante tiene con intentar mantener los votos.
Podemos sigue marcando tiempos de movilización de masas. Por el momento han ascendido rápidamente los peldaños, pero como movimiento social, y ahora también tiene que hacerlo como movimiento político. Y, como decía aquel recordado líder de la izquierda, lo que les falta es programa, programa y programa. Predicar es muy fácil, pero dar el trigo ya es otra cosa.  
Soy de los que creen que la España de las distintas sensibilidades autonómicas no puede permitirse el gasto que ocasionan cinco convocatorias electorales. No se lo puede permitir mientras que haya varios millones de españoles engrosando las listas del paro; que en más de un millón de familias no entre ni un solo euro; o que las instituciones que trabajan en el campo de lo social no den abasto para atender a los millones de personas que llaman a sus puertas demandando alimentos para llevarse a casa, o comida para consumir en los comedores sociales. Mientras que esto sucede los políticos siguen viajando en la mejor clase, utilizando coches de alta gama, comiendo en los restaurantes más caros, disponiendo de miles de asesores, o abriendo y potenciando embajadas en el exterior, por citar cuestiones que producen claro sarpullido social. Ni aunque nos los digan desde el Gobierno, no podemos creerles cuando dicen que España va saliendo de la crisis. La crisis interna y de valores la tenemos dentro. Hay que mirarse el ombligo de vez en cuando.

LA ESCALERA ELECTORAL

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