Amor por su tierra

Conocí a su abuelo en las épocas en las que tomaba medidas a mi padre para confeccionarle los trajes. En mis tiempos de juventud, traté a su padre que se incorporó de forma breve a mi grupo de amigos ourensanos. Con el paso del tiempo no tuvimos mayor relación que la profesional cuando desde su atalaya de potenciar la moda hecha en Galicia creó el colectivo de la asociación textil de nuestra comunidad. Fue entonces cuando de forma esporádica volvimos a cambiar impresiones.
Y ahora conozco a la tercera generación, Adriana Domínguez, la primogénita del creador de la “arruga es bella” que se ha puesto al frente del emporio, con tiendas en todo el mundo y más de un millar de empleados. El nuevo camino emprendido hace que la factoría de las ropas más vaporosas ahora adquiera un rumbo distinto en el campo de los negocios, las ofertas del textil y los complementos.
De Adriana solo tenía referencias de alguna entrevista y un reportaje en televisión. De ahí que hace unos días me desplazase a Ourense en compañía de mi presidente de la Asociación de Periodistas de Galicia (APG) para compartir mesa y mantel, junto a una veintena de periodistas locales, con la cabeza visible del emporio Domínguez en estos momentos convulsos y de tener la firmeza de lo que se pretende hacer cuando las cuestiones dinerarias pueden torcerse en cualquier momento.
Las comidas que organizamos en la APG con personajes son siempre en off the récord. En esta ocasión, y sin que sirva de precedente, hablaré del tema, aunque no descubriré cuestiones que escuché en el transcurso del diálogo. Tan solo dejaré sobre el papel mis impresiones al conocer a una mujer del siglo XXI que acomete con fuerza el desafió empresarial en los peores momentos de la empresa.
Lleva cerca de una veintena de años vinculada a la factoría que potenció su padre. Previamente pasó por la licenciatura en empresariales y los estudios, como actriz y directora, en la escuela New York Film Academy. Esto es lo más público que se conocía de ellas.
Lo que menos es su claridad y firmeza de ideas en el momento actual para diversificar los productos que salen de la factoría ourensana. Y también debo destacar su rotundidad cuando habla de que Adolfo Domínguez es una empresa nacida en Ourense y que seguirá en esta tierra. Lo que quiere decir que antepone, por encima de otros intereses empresariales o de ubicación, su amor por la tierra, por las raíces que comenzó a plantar su abuelo y que potenció su padre. Ella, como dije, es la tercera generación. Ya se sabe el dicho de que la primera lo crea, la segunda lo potencia y la tercera… Con ella estoy totalmente convenido que el maleficio del refrán o de la jaculatoria del mundo de los negocios no se va a hacer realidad. Adriana tiene claro lo que se debe hacer y lo va a llevar a la práctica. Y para ello se ha rodeado de los mejores: periodistas, economistas y profesores universitarios. Una fórmula que le sirvió para mucho a Amancio Ortega.
La hija mayor de Adolfo Domínguez, con quien comparte carácter y amor por la lectura, la escritura y el teatro, dejará girones en el camino pero lo cierto es que Ourense, mi tierra natal, podrá seguir presumiendo de disponer de una de las mejores factorías textiles del mundo.

Amor por su tierra

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