Sentir el poder

Siempre he deseado, aunque fuese siquiera un minuto, sentarme en la butaca del mandamás de turno. Un experimento envidiable que estoy seguro comparten muchos ciudadanos. Son los recovecos de la soberanía. La seducción de gustar esas decisiones que afectarán a Juan Pueblo, a los impuestos que satisface y a las visitas a las urnas convocadas cada cuatro años por la democracia. Tal es el punto de arranque de la obra de Alistair Beaton “Feelgood” (siente el poder) ofrecida en el Rosalía –coproducción Tramados y Teatro Español-, en dos funciones con llenos totales. La dirección –original, dinámica, explosiva- corresponde a Alberto Castrillo Ferrer- en feliz traducción de Alicia Macías.
Ingeniería analítica de un partido político y su equipo humano organizativo para alcanzar la presidencia del país. Mentiras, engaños, promesas que no se cumplirán nunca.
Ilusiones, sueños, esperanza por un nirvana público que se esfumará en cuanto los dicharacheros toquen los mecanismos del Estado. Humor, ironía, ternura, poesía, sinvergüenzas de tomo y lomo que actúan por móviles inconfesables y fraguados en las cocinas del poder. Una soberanía del pueblo, para el pueblo pero sin contar con el pueblo. Firme textura teatral. Escenografía, iluminación, espacio sonoro, vestuario, voz en off, vídeo y efectos técnicos.
Buen arranque que describe las horas previas a una intervención del Presidente del Gobierno ante el congreso de su partido. Acusaciones de censura correligionaria y protestas ciudadanas a las puertas del local. ¿La libertad social en entredicho? No olvidemos que liberarse siempre implica una renuncia.
Brillantísimo el plantel de actores que dan vida al drama. Convincentes. Seguros. Comunicativos. Aquí dejo constancia de sus nombres con cierto tufillo bíblico: Javier Márquez, Fran Perea, Ainhoa Santamaría, Jorge Bosch, Jorge Usón y Manuela Velasco. En el vídeo, Carlos Hipólito y en la voz, Gloria Muñoz.

 

Sentir el poder

Te puede interesar