Producciones Dispersas ofreció en el Fòrum Metropolitano dos representaciones, media entrada, del monólogo “Falándolle a un espello”. Texto e interpretación a cargo de Diego Freire, muchísimo mejor como cómico que como autor. La escenografía sencilla a base de un espejo de pie, percha con trajes, patinete, caja, libros, peluche de perro, cojines, taburete y maleta con florero verde, corresponde a Daniel Díaz y localiza la situación de manera precisa. La dirección, elástica y expresiva, está firmada por José Campanari que conduce el concierto a buen puerto. También es de justicia destacar la música original aportada por un melódico Ramón Feans.
Perspectiva narradora interesante en su inicio que después queda a medio camino, quizás por exceso de ambición creadora. El último superviviente del apocalipsis. Sin más compañía que un espejo y el ajuar doméstico antes reseñado. Un mundo nuevo lleno de aventuras y nuevas experiencias. Sin embargo, tras la ausencia global y soledad absoluta renacen tópicos y se imponen las viejas rutinas… Siendo plausible in intento echamos de menos cierta grandes épica y hondura dramática.
Buena actuación de Diego Freire luchando contra su soliloquio. Frasea y vocaliza. Gesticula. Se desplaza bien por el espacio teatral. Canta bien “Rúas baleiras” y otras piezas musicales, que baila con singular gracejo. Provoca aplausos a su quehacer y vocación. Fuera de aquella desolación artificial promocionada por la clac, aunque sea buscada de buena fe. Acá el público fervoroso aprobó ruidosamente el histrionismo profesional de quien sabe lo que hace y lucha por conseguirlo… Porque la pregunta salta al encuentro, conforme ilustra el programa del espectáculo, ¿qué pasaría si una mañana descubres que eres el último habitante del planeta?