La marca La Coruña

Aseguran que la risa es el sexo del alma. Así muchos se carcajean ante los problemas planteados a los demás o las encrucijadas donde otros ven peligrar sus dineros. Envidias persistentes respecto a tesoros acumulados y miedo a perderlos. Todas las ideologías prometen repartir caudales pero muy pocas aciertan a señalar como producirlas en el marco de una economía de mercado. La empresa, dentro del liberalismo actual, se concibe como generadora de beneficios exarcebados, comparándola con la economía marxista de todo tipo y sus planes quinquenales y rotundos fracasos. A cada uno según sus méritos y capacidad. El músico que te obsequia tocándote una polca mientras el sastre se ve obligado a confeccionar un traje. 
De ahí que, frente a la inanidad del Concejo herculino, experto en inoperancias, gritemos jubilosos porque la petrolera Deep Water Oil- según informaba nuestro periódico- haya solicitado 45.000 metros cuadrados en Punta Langosteira destinados a almacenes, transformación, carga y descarga de crudo. Una etapa decisiva para el futuro del puerto coruñés como impulso de progreso y multiplicador de riqueza. Nos movemos en el terreno de las posibilidades. Disfrutar la utilidad de las cosas huyendo de esclavitudes y servidumbres. Lo advertía Don Quijote al hablar de los grandes viciosos y los ricos no liberales que serán mendigos sino saben como gastar y disponer los bienes.
Es la marca España superando la ley de Murphy. ¿Porqué no decir La Coruña cuando tantos motivos hay que señalar la pujanza de Inditex y el puerto de Marineda como plataforma de rentabilidad colectiva? La Coruña está aquí, en el “recuncho” de Europa, para albergar a todas las líneas marítimas y lanzarlas hacia América en el trasiego de mercancías más importante de Occidente. Punta Langosteira, superados los aguafiestas que vaticinaban fracasos, se yergue base operativa de primer orden.
 

La marca La Coruña

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