Los jueces juzgados

De todas las oscilaciones que rigen actualmente los regímenes del mundo global hay una que tiene para mí particular relevancia. Ya los griegos (los de antes, no los de ahora) aludían a las formas puras para gobernar, monarquía, aristocracia y democracia, enfrentadas a las paralelas peyorativas, tiranía, oligarquía y demagogia. Hay un carro de ejemplos circundantes, algunos más crueles y sangrientos que otros. Encima si se echa mano de ángeles exterminadores y teocracias sedientas de destrucción y caos las plagas de Egipto y las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki quedan como simples escaramuzas infantiles.
Por eso llamo la atención sobre el trípode donde se asienta nuestro sistema político, resquebrajado de por sí. También cojitranco de principios aunque pudiéramos encontrar con Harpo Marx otros más convenientes. Pero los tres poderes de Montesquieu han esfumado su función correctora de frenos y contrafrenos para que los ciudadanos seamos libres. Obligaciones de derechos y deberes asumidos personalmente por vivir en sociedad. Lo malo es cuando, sin conciencia crítica, unos tildan como calumnias las verdades que les achacan los otros y declaran como certezas las alabanzas de sus conmilitones. Así se reparten corrupciones y vicios a partes alícuotas, sin reparar un segundo en el servicio público.
Soslayados el Poder Legislativo, cámaras alta y baja, lugar de encuentro para que gallitos sin plumas cacareen frivolidades e insultos, y el Ejecutivo como mandamases de turno que ordenan y hacen cumplir memeces sin cuento, me queda el resquemor vivo y ardiente del Poder Judicial con mayúscula. Jamás ha dado síntomas de ponderación, equilibrio y equidad en la aplicación de la justicia. El lodo de las togas, conforma postulara un fiscal general,  las resoluciones antijurídicas, las ambigüedades, el desprecio por las víctimas y beneficio de asesinos y delincuentes... han puesto en entredicho a nuestros magistrados.

Los jueces juzgados

Te puede interesar