La hora de los mesiánicos

No por tópica la frase del Eclesiastés nos llama desde una porrada de milenios con aplicación a nuestra actualidad política. “Nada es nuevo en este mundo ni nadie puede decir he aquí una cosa nueva porque ya existió en los siglos anteriores a nosotros… “Y aclara: “¿Qué es lo que hasta aquí ha sido? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que se ha hecho? Lo mismo que se ha de hacer”.
Tras la última contienda electoral siguen el alto las espadas. Grupúsculos novedosos –nacidos del cabreo alumbrado por errores de PP y PSOE– han irrumpido en la vida pública con filosofía redentora, salvación fraterna y repartiendo maná de subvenciones estatales a manos llenas. Todavía desconocemos como arbitrarán estas donaciones-salarios para todos sin distinción-con los exiguos  ingresos del Gobierno. Confunden el deseo con la cruel realidad.
La España virtual con la piel de toro ibérica. Las nuevas fuerzas, poseedoras de moral superhumana, sin haber ocupado escaño ya han dado en incurrir en corrupciones achacadas por Podemos a la casta o bien, desde posición más hipócrita y angelical de Ciudadanos, prometen lavar más blanco y apoyan a opciones salpicadas de mangancia.
Tics de la izquierda perdedora aliándose con comunistas, separatistas y etarras para salvar muebles de una pequeñísima parcela de mando. Rubor y vergüenza de los conservadores que prefieren perder todas sus bazas electorales antes que confesar sus valores de derecha inconmovible y sólida… Y pescando en río revuelto juezas seniles caminito de la alcaldía madrileña, Ana Colau –la de mil caras que no cumplirá las leyes–, Valencia y Navarra a la intemperie o como tantas capitales-léase La Coruña-entregadas al mejor postor.
Es la hora de los mesiánicos. De la confusión y del caos. Quieren enredar los pies de nuestra Constitución y echarla por tierra. Remedamos los lamentos de un gran político. ¡Cómo se agitan, cómo babean, cómo se revuelcan impúdicamente en su venenoso regocijo!

La hora de los mesiánicos

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