ELECCIONES A LA CARTA

Llevamos un buen año de consultas electorales. Opciones de menús a gusto del comensal de turno. Primero las locales y autonómicas; ahora, las de la región catalana y cerraremos 2015 con el gran banquete de los comicios generales. Nuestro bipartidismo parecía superado y no es así por pactos contra natura, podemitas en apuros que postulaban luchar contra la casta y se han hecho dueños del cotarro (Ríanse ustedes del “Estado soy yo”, de Luis XIV, al lado de estos asamblearios de facultad universitaria que recaban el absolutismo de comisarios políticos).
Sin embargo, habrá que contar con los híbridos “ciudadanos” y un cambio de tendencia por cuanto nuestras gentes le han visto el culo a la mona –Carmena en Madrid, Colau en Barcelona y otros muchos apeaderos importantes de la geografía española– y otra por haber espabilado PP y PSOE, que tienen pánico a perder el tren y quedarse en la estación solos, helados y fríos. Semeja, pues, que las tendencias de voto retornan. 
Lo malo de nuestro país es que somos poco constructivos para con nosotros mismos. Tenemos una Constitución decorosa, pero nos falta el Estado de Derecho, acatar las leyes y jurisprudencia de altos tribunales, cumpliéndolas. Echamos en falta la generosidad que distinguiera a los redactores del año 1978. Desde entonces desenterramos el hacha de guerra, abrimos la caja de los truenos y con recochineo sembramos el odio entre ciudadanos.
Ha habido mucha corrupción, excesivos chorizos, abundante memez institucional para poner diques a tanta desvergüenza. También han fracasado grandes pactos de Estado con referencia a educación, sanidad, organización de autonomías, estado de bienestar, crisis económicas que pueda depararnos el futuro y luchar con uñas y dientes por equilibrar los tres poderes clásicos –Legislativo, Ejecutivo y Judicial– y mantener rigurosamente sus independencias. 

ELECCIONES A LA CARTA

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