Demonios y tolerancia

Lejémonos de eufemismos. Y de engaños. El pueblo español ha gritado basta a la inoperancia de tantos mandamases elegidos democráticamente y a la locura de cuatro iluminados que han pretendido abandonar un barco con quinientos años de vida. Cataluña es España y España es Cataluña. Seamos correctos al expresarlo. Delito de lesa patria. Revolución fallida que quiere ensangrentar las calles para someter al ciudadano al estanojismo esclavista o encerrar sus almas muertas en los paraísos de las gulap comunistas.
Son los antisistema que pretenden arrebatarnos libertades, justicia y dignidad. Los viejos diablos presentes en los poetas y el evangelista Lucas. Los poseídos. Los simplemente demonios evocados por los poetas y el evangelista Lucas. Los endemoniados. O simplemente demonios- “Biesi”- desoritos por Dostowiesqui al referirse a los “quienqueviros” de Verjovenskii, que han vuelto a reproducirse en los podemistas mareantes y los anarquistas catalanes empeñados en darnos un paraíso que ignoran donde está. Pero que necesitan organizarse como crimen multiplicado con sus comparsas, decorados, luces y tramoya. Hay que explotar la masa, la plaza pública, los medios de comunicación.
Una mística que se nutre de hombres patéticos provocados por la última crisis económica, explotados por burgueses de lengua afilada que los catequizan. Un cristianismo revolucionario que hoy sigue engañando a muchos católicos incapaces de ver la relación existente entre Cristo y Bakunin.
No olvidemos que la pasión redentora es la crónica de un revolucionario por proclamar los derechos que suscribirá la Revolución Francesa. Sin ese fondo místico de la clase “obrera-media” y sus demandas resultarían estériles los socialistas intelectuales y la matemática justiciera de Carlos Marx para tocar las fibras del pueblo… Sin embargo, ahí están, despertaron las banderas de España, y los demonios se alojaron en un hato de cerdos y murieron ahogados en el lago.

Demonios y tolerancia

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