De tapeo urbano

menudo cambio ha experimentado La Coruña en las últimas décadas. El Código Civil habla de grados identificándolos con generaciones e historiadores como Tito Livio aluden a quince años para definir el nuevo tiempo constituyente. Lo cierto es que algunos hemos tenido el privilegio de comprobar el nuevo talante de la zona centro y su tapeo original, definido por las calles San Andrés y Real comunicadas entre ellas por otras perpendiculares iniciadas a partir del Ensanche con la de Juana de Vega que nos abraza al muelle firme.
Definían estos lugares urbanos profusión de tiendas, establecimientos mercantiles y almacenes de grandes depósitos, en su mayoría familiares. Ferreterías, vainiqueros, mercerías, bazares, armerías, tejidos, lencerías, lozas, ultramarinos, joyerías, zapaterías, sastrerías, etc. etc que la ciudad decidió tirar por la borda ante la arribada de grandes superficies comerciales y supermercados. La ley de vida y adaptación al medio ambiente. Otros usos y otras modas. Desaparecidos viejos cafés por modernas cafeterías. Al igual que maleteros, recaderos o salones de limpieza de calzado.
El tapeo y las raciones han venido a sustituir aquellos locales por negocios de hostelería y sus delicadezas. Que rivalizan en dar el mejor servicio calidad en profusión multitudinaria de terrazas variopintas.
Un nuevo atractivo que ofrece la urbe desde los lóbregos almacenes sitos en Juana de Vega. Liderazgo y compromiso turístico y renovador hacia ese mañana que ya es hoy. Y contempla la eficaz aventura Vino para soñar. Cerveza para refrescarse. Bebidas y cócteles con refrescos, naranjadas, limonadas y helados…
También con el tapeo distendido, un espacio vertebrado para el encuentro y el diálogo aunque hablemos del Depor, que siempre despierta inquietudes y desasosiegos.

De tapeo urbano

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