ESTOS CIGARRALES...

Como habíamos anunciado –crítica de éxito redondo– el grupo de teatro Los Cigarrales, integrado en la Casa de Castilla-La Mancha de nuestra ciudad, actuó con notable perfección y eficacia en el Ágora representando la famosa y controvertida obra de José López Rubio “La otra orilla”. Muy buena entrada. Público cordial. Glamuroso. Aplausos a rabiar para todos los integrantes de la compañía aficionada. Que incluso fue capaz de superar un duro lance con el accidente sufrido por Charo Barros Peña, intérprete de la Señora Roca, administradora del Señorito Diego. Ni la asistencia hospitalaria, el fuerte golpe y labio par tido impidieron que le actriz –haciendo gala de responsable profesionalidad– acudiese al evento para cumplir su compromiso.
Buena iluminación y montaje escénico de Alex Rodríguez –sofás, mesa camilla, lámpara y cuatro tipos pálidos, que después sabemos están muertos y son ánimas fustigándose recíprocamente por los pecados y delitos cometidos–, armados sobre diálogos ágiles, claros y firmes. La batuta de Víctor Díaz Barrús orienta elásticamente una rapsodia que desborda cualquier realidad para meter el dedo en el ojo del absurdo.
López Rubio destaca como cinéfilo, traductor, guionista, dramático irónico que utiliza siempre temas amorosas en sus “Sabiduría constructiva principalmente que, según Torrente Ballester, ve la comedia en su conjunto y sabe el lugar preciso de cada frase, de cada efecto, incluso de cada truco; que da a cada cosa su proporción y sitio adecuados”. Insisto en mis consideraciones dichas hace un par de días. El elenco demuestra oficio y habilidad. También una visión amable de la vida. Dulce como un cuento de Navidad donde todo será posible. O equidistancia –mantra más utilizado en el tiempo electoral que vivimos– entre el espíritu y la materia, la ilusión y la fantasía, lo real y lo fantasmagórico...

ESTOS CIGARRALES...

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