Buero vallejo, ninguneado

No lo entiendo. Quizás sea mi deformación crítica profesional. Esto del teatro enloquece a las criaturas y las impulsa hacia un mundo que pretende adivinar y llegar más que a ser. 
Lo digo por todas estas asociaciones que se –reunen anualmente– )premios gremiales María Casares en el Rosalía, por ejemplo-para repartirse reconocimientos oficiales, hoy por ti mañana por mi, sin rubor alguno con respecto al público que los sigue. 
Y lo mismo sucede por todos los pueblos de España. Trampolines para justificar unas actividades donde son los más guapos e inteligentes, mientras nosotros creemos que las carreras dramáticas deben ganarse a pulso y no ser mediáticas. La cultura no es esto, salvo que la escribamos con “K” rompiendo el idioma en mil pedazos cuando utilizamos facebook, twitter, whatsapp y otras troupes circenses… 
Porque en el centenario de Antonio Buero Vallejo ninguno de estos teatreiros de vía estrecha le representó una sola obra. Sólo la televisión nacional de dedicó un pequeño reportaje y para usted de contar.
Asisto estupefacto a una programación donde el Lope de Vega o Calderón del siglo XX no es reconocido por sus contemporáneos. Si acaso como textos para comentar en exámenes de reválidas o selectivos. Los empresarios teatrales y el público le dan espalda mirando para otro lado. 
Sin embargo cada día trae su afán inasequible: escuchar música, contemplar un cuadro, admirarse ante una obra de ingeniería, disfrutar el tinglado de la farsa-las hay para todos los gustos y situaciones-de Buero Vallejo… 
Un hombre comprometido con su libertad y destino. Comunista y soldado del Ejército Republicano, con padre fusilado por seguir a Franco, condenado él a muerte y conmutada la pena por cadena perpetua con salida del penal a los seis años. Y tal argamasa dramática cambia su vocación de pintor por la de eximio escritor, burlando la férrea censura con su “Historia de una escalera” que lo eleva al Premio Lope de Vega. 
 

Buero vallejo, ninguneado

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