Una quiebra que dará que hablar

La quiebra del Banco Popular y la asunción de este por el Santander por la suma simbólica de un euro dará para que se hable mucho del tema y también correrán ríos de tinta hasta saber en qué queda el asunto. Con la precipitada irrupción del Popular en la espiral bajista cuya cotización se mantuvo en esta siniestra línea durante mucho tiempo, sin que las autoridades reguladoras del Mercado de Valores abriesen ningún tipo de investigación, se puso en marcha la Caja de Pandora. Los truenos y relámpagos salieron por doquier y se dio lugar a un precedente que no existía en la relación inversora, ya que desde ahora cualquier inversionista de pequeña capacidad o de alto poder de ejecución tendrá que pensarse mucho qué lo que va a hacer, porque en el Popular no, solo han quedado arruinados los pequeños accionistas, sino, que los grandes se han llevado un gran golpe en donde más les duele. Mientras que los responsables de este entuerto con falsos rumores que hacen mucho daño al mercado y sus inversores de que el Popular carecía de liquidez y estaba al borde de la quiebra han desaparecido, ¿Cuál era su finalidad?
Hay mucho que investigar en este turbio asunto y no resulta fácil desde fuera, solo la justicia podrá aclarar una situación nueva en la economía y que puede causar mucho daño, si no se aclaran los motivos y se ponen cotos a determinadas prácticas económicas que hacen saltar la credibilidad del sistema por los aires. Hasta hace poco, se consideraba el banco más saneado del sistema español; ¿qué ha sucedido en este corto espacio de tiempo para que se abocase a la quiebra? ¿Quién estaba interesado en que esto aconteciese y no que se fuese a una intervención, como había sucedido en los anteriores casos, para salvaguardar los intereses de ahorradores y pequeños accionistas? Estos últimos son los más perjudicados y son legión, más de trescientos mil, pero la mayoría son los pequeños accionistas que invertían parte de su dinero diversificando en los paquetes accionariales y fondos para tener el día de mañana una ayuda de su pensión o incluso pensando en tiempos en que se pudiesen necesitar estos ahorrillos de las acciones. Todos ellos se han quedado sin nada. Lo peor que muchos empleados y familias de trabajadores están pagando un crédito por unos valores que se han volatilizado debido a que alguien tomó una decisión equivocada, pero son estos los que se ven obligados a afrontar el problema. El que lo hizo de marchó en buenas condiciones económicas y con una vida de ensueño; las pesadillas las dejó para el resto.
Se habla también de las garantías del Popular, que no eran suficientes, pero el Santander, hace pocas fechas vendió el 51% de la cartera inmobiliaria del Popular a Blackstone, por más de 30.000 millones. Si esta no era suficiente garantía para salvar al Popular es que algo más hay de por medio y esto se tiene que aclarar. La justicia debería actuar de oficio para saber realmente lo que pasó y que hasta ahora es un cúmulo de sospechas nada claras para la ciudadanía.

Una quiebra que dará que hablar

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