La energía y su precio

No es la primera vez que tratamos este asunto y me temo que tampoco será la última. En la última Semana Santa vivimos los españoles una subida sin precedentes del precio de los combustibles y nadie responsable se ruborizó de tal cosa. Lo mismo acontece con los precios de la electricidad y el gas natural. Los oligopolios manejan a su gusto y beneficio una fuente de riqueza que trae de cabeza a todo el ciudadano de este país por el precio al que se han situado estos tres productos básicos de nuestros días. El vehículo es esencial para desplazarse; la luz eléctrica, indispensable para alumbrar calles, hogares y también calefacción ó cocinas, etc. Finalmente el gas, para hacer más confortable nuestros hogares, sobre todo en las frías temporadas de invierno. El conjunto de todo ello es un coste asumido por el consumidor que le está ahogando paulatinamente.

El antiguo ministro socialista Jordi Sevilla, actual presidente de Red Eléctrica Española, reconocía el día 12 de abril, en un acto organizado por el Club Financiero Atlántico, que el mercado eléctrico necesita una nueva regulación para que los precios sean más competitivos. Algo en lo que vengo insistiendo desde hace mucho tiempo en estas páginas, cuando se habla de la tarifa eléctrica y sus consecuencias. Nada nuevo ha dicho, solo la receta que se necesita para acabar de una vez con la inseguridad de dicha tarifa eléctrica. Que lleva camino de convertirse en un caos económico para toda la sociedad, si no se toman medidas urgentes y resolutorias al respecto.

En cuanto a la distribución de carburantes, la Comisión de la Competencia debe intervenir por el desfase existente entre el precio del crudo y la venta al por menor del carburante;, el precio del barril ronda los 72 dólares y su venta está en los 1,38 euros litro de gasolina sin plomo. Cuando el barril de crudo alcanzó los 110 dólares, su precio al consumidor fue de 1,44 euros litro. Si en la actualidad está a 72 dólares-barril, cuando llegue a 110, su precio supondrá una prohibición del uso del vehículo, al que habrá que destinar un promedio mínimo de 1,75 euros litro, es decir se batirán todas las marcas habidas y por haber.

¿Quién o quiénes son los responsables de esta angustiosa situación que vacía los bolsillos del ciudadano con la pasividad de los dirigentes políticos? No se puede echar ahora la culpa sobre la fiscalidad o el desfase sobre asuntos climáticos y problemas de conflictos militares en zonas productoras, ni tampoco se ciernen sobre ellos ningún nubarrón que amenace la producción de petróleo. Falta saber las causas de este desequilibrio económico entre el coste y la venta al ciudadano, que alguien tendrá que explicar con sentido común.

En cuanto al gas, es otro problema muy similar al eléctrico y con tintes parecidos,. Sube su precio y se añaden impuestos, se hace una valoración de metros cúbicos a kilovatios y se cobra por estos, pero quien vela por la pureza de la calidad del gas, porque la fórmula varia continuamente y casi siempre en subida, pocas alegrías y mucha tristeza envuelve al conjunto de las industrias energéticas con el ciudadano.

La energía y su precio

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