LAS FIESTAS CORUÑESAS

Ha llegado el fin de la campaña de las fiestas de nuestra ciudad y es hora de hacer un balance de las mismas; más bien un pobre balance a la vista de su resultado, cuando ya los hosteleros se llevan quejando desde mediados de agosto de la baja calidad que supuso el calendario de las fiestas del verano 2015. En realidad, no les falta razón ni a ellos, ni a los numerosos coruñeses y foráneos que nos visitaron y dejaron sus quejas tanto por las fiestas como por la falta de sintonía con los concejales. Que a los coruñeses no nos coge de sorpresa. Empezaban de cero y les iba a quedar largo el traje que debían lucir, también disculpable por ser la primera vez en acceder a cargos tan relevantes y con tan poco bagaje.
En realidad, las fiestas han gustado a poca gente y hubo ausencias notables que atraen a mucho público. En primer lugar un Noroeste Pop-Rock cojo, con intervenciones simultáneas en plazas no aptas para semejantes eventos musicales y con conjuntos que eran en su mayoría desconocidos para lucirlos en el verano, cuando la gente esperaba un cartel de más tirón. De ahí la débil afluencia de público, en comparación con los carteles de otras ediciones pasadas.
No hubo las típicas casas regionales en Méndez Núñez, que los coruñeses ya daban por habituales y que arrastraban a numeroso público al centro y propiciaban un notable gasto en los locales hosteleros. Se pudo hablar y cambiar ciertas condiciones, pero no se hizo y se zanjó de cuajo el problema. Unos avispados hosteleros tomaron como seña de identidad algo que faltaba en estas fiestas y optaron por instalar unas casetas regionales en el dique de abrigo; la pena es que no hubiese sido en el centro. También se suspendió la feria taurina. Ahora habrá que lidiar en los juzgados la compensación que tendrá que recibir el promotor y que el Ayuntamiento deberá pagar, si así lo estima el juez.
Las actuaciones fueron escasas tanto musicales como de afluencia de público y de poca calidad, si excluimos al concierto de Rosario 60.500 euros y Blues Brothers, con la misma cantidad, lo demás fue un cúmulo de errores de difícil explicación. Así, casi 130.000 euros se llevaron el Noroeste Pop-Rock, Víctor Manuel y Ana Belén, otros 46.000 euros y la mayor partida fue para el alquiler de palcos, luz, sonido y seguridad con 227.000 euros. Los gastos siguen, pero solo reparo en los más cuantiosos, sin olvidarnos de la batalla naval, que fue un querer y no poder. Indicar a nuestros ediles que las fiestas no son un gasto, sino una inversión para La Coruña, cuyos ciudadanos recogen sus beneficios. 

LAS FIESTAS CORUÑESAS

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