La doble fila: un caos o un problema

El aparcamiento en doble fila no solo es un incordio para los taxistas sino también para los conductores del bus y aquellos que circulan por la ciudad transportando a turistas y acaba molestando a todo automovilista, que tiene que cambiar de carril con el consiguiente enfado de los demás conductores que en la mayoría de los casos pecan de impaciencia y agresividad al volante.
Al quedar aquel inutilizado, solo se cuenta con un vial de circulación. Esto sucede con harta frecuencia y sin solución, bien por dejadez de aquel a quien corresponde o porque se haya disuelto el cuerpo municipal o sus agentes hayan pasado a la reserva. Lo cierto es que cada vez se ven menos policías en la calle y la doble fila se multiplica como los hongos en el campo. Habría que tomar alguna decisión, porque a este paso no habrá forma de circular, sea en taxi, bus o coche propio. Además hay que poner orden en los ciclistas, que pululan las aceras como si fuesen pistas de competición y meten el miedo en el cuerpo a más de un peatón. Al verlos venir de frente o te separas o te llevan por delante; no respetan semáforos ni pasos de peatones, ni hay reglas. ¿Que se puede decir de las obras en la ciudad?
Las calle más castigadas de la doble fila son las de la Pescadería y el Ensanche. Esto no quiere decir que en ellas se concentre todo el abuso, pero es más significativa la falta de operatividad de los agentes municipales o de quien les dirige. El nulo civismo es patente en la mayoría de los casos, y así hay vehículos de reparto ocupando pasos peatonales y aceras, descargando en la calle y ocupando parte de la vía pública, mientras que el espacio reservado a este menester está ocupado por otros vehículos que nada tienen que ver con dicho cometido. En otros casos vehículos subidos en las aceras de forma parcial o total, dificultando el caminar peatonal y sobre todo de los que menos movilidad tienen. Por no hablar del tapón de La Marina.
Qué decir de los conductores que alargan las esperas al volante en doble fila o los que se van de compras y los que toman su refrigerio dejando el coche delante del bar y desde allí le vigilan a ratos. Queda por último el espécimen que habiendo sitio para aparcar, no aparca ni deja aparcar y los que están bien y desean salir, a tocar la bocina para haber si hay suerte y se acuerda el propietario que lo ha dejado en la doble fila. En definitiva el Ayuntamiento suspende en movilidad, la Marea sigue el mismo camino de los anteriores, ni está ni se le espera. ¿Es un caos 0 un problema?       

La doble fila: un caos o un problema

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