Una salud delicada

Es tan importante que incluso en los peores momentos de nuestras vidas recurrimos a ella como anclaje. Da igual lo que nos haya pasado, el calibre de la desgracia o el disgusto, todos hemos dicho alguna vez eso de “lo importante es tener salud”. Y es cierto. Es, sin duda, lo más importante.

En España la sanidad y todo lo vinculado con ella -la salud social, mental, emocional…- es uno de los mayores logros de la democracia. El Estado del Bienestar -me van a permitir que lo escriba con mayúsculas, no merece menos- es la piedra angular sobre la que se cimenta cualquier sociedad funcional y progresista. Una sanidad universal, pública y gratuita que permite que los ciudadanos seamos más libres, porque sin salud, ¿cómo vamos a pelear por nuestros derechos, a mejorar nuestras condiciones, a reclamar mejoras sociales?

A Coruña es una ciudad donde el entramado sanitario es fuerte. Hospitales públicos pioneros en trasplantes, en tratamientos oncológicos, en atención exquisita y delicada al paciente y a sus familiares. Asociaciones profesionales de trayectoria impecable, luchadoras incansables por la mejora del sistema. Colectivos de pacientes y afectados activos, creativos, capaces de concienciar a la sociedad, de convertir en realidad proyectos que parecía imposibles. Gracias a todos ellos esta ciudad es un oasis dentro del Estado del Bienestar. Y eso que, en los últimos años, no han hecho más que recibir palos en las ruedas.

Hoy, en el momento de remisión de una crisis que casi se lleva por delante nuestros derechos fundamentales, el sector sanitario se enfrenta a una gestión por parte del partido popular, responsable de la política sanitaria en la Xunta, que pone en riesgo la prestación del servicio y con ella, la calidad de vida de los coruñeses. Y eso es algo que como ciudadana y como representante política no puedo, ni quiero tolerar.

Frente a quienes se empeñan en utilizar la sanidad como arma arrojadiza para frenar proyectos de futuro -ahí tienen ustedes a una candidata popular priorizando los designios de su jefe Feijoo y poniendo trabas a Ciudad de las TIC-, los socialistas estaremos siempre del lado de quienes han conseguido con su trabajo, su entrega y su profesionalidad que el mal trago de pisar una consulta médica o una sala de urgencias sea una puerta a la esperanza y no al abismo.

Es necesario reordenar la caótica disposición de los hospitales coruñeses, ayudando a conectarlos de manera que la zona pueda convertirse en una ciudad sanitaria con accesos fáciles, integrada en la urbe y humanizada. Este objetivo requiere también revisar el PGOM, y es mi compromiso, si soy alcaldesa el de abordar una modificación de este documento en los 6 primeros meses del mandato para conseguir que el Complejo Hospitalario coruñés.

Pero mejorar nuestra sanidad no es solo cuestión de continentes -importantes- y dotaciones -necesarias-. Es, sobre todo, cuestión de personas -imprescindibles-. Escuchar a quienes conocen el sector profundamente es el primer paso para garantizar que esa sanidad que nos hace libres seguirá siendo tan buena -o aún mejor- de lo que hoy es, porque, aunque nuestro sistema sanitario sea ejemplar, como la propia salud es también delicado. Caminar junto a esos profesionales y colectivos -y no frente a ellos- es el único camino posible. Ahí me encontrarán siempre. Cabe preguntarse por qué a otros no.

Una salud delicada

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