PODERES INVISIBLES Y GÉNERO NOIR

Las cosas no suelen ser casi nunca lo que parecen. Para comprobarlo no es precisa la capacidad deductiva de Sherlok Holmes. Basta una diligente observación. Incluso, en la mayoría de los casos, los hechos hablan por sí solos, “res ipsa locitur”, decían los romanos. Tenemos entonces la impresión de que, si bien todo está a la vista, los poderes que de verdad nos determinan son cada vez más invisibles, menos identificables, que están en “otra parte”. Vamos, que Rajoy y compañía no son más que unos meros comparsas, o “monicreques”, dicho sea con todo respeto, de quienes realmente reparten las cartas y dictan las reglas del juego. Las malas prácticas democráticas que vivimos, con sus manifiestos casos de corrupción, la búsqueda a ultranza de la perpetuación en el poder, la mentira, la descalificación y el “tú más” como únicos argumentos, propician y nos llevan a preguntarnos a quiénes representan estas personas.
Sirva como ejemplo demostrativo de la influencia indirecta sobre legisladores y políticos como medio eficaz para conseguir políticas favorables a sus intereses, muy por encima de la influencia directa del voto del electorado, un repaso a las relaciones “laborales” entre representantes públicos y macro empresas privadas, como Endesa, Fenosa, Banco de Santander, Telefónica, Repsol, etc., en las más importantes de las cuales acaban aquellos su “brillante” carrera política, y al listado de los “parientes” consanguíneos, que como directivos, asesores, o consejeros, actúan en las mismas, y qué tanto nos afecta al bolsillo, en proporción inversa a la que a ellos les reporta beneficios.
Existe así un curioso paralelo entre la apuntada crisis de representación y el actual interés creciente por las novelas de intrigas, ya que la actividad investigadora es la narrativa dominante cuando las cosas no se reconocen con facilidad, cuando las apariencias engañan y la normalidad es confusa.

PODERES INVISIBLES Y GÉNERO NOIR

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