Y ahora, un Gobierno

conozco a dos optimistas incorregibles que siempre tratan de ver el lado bueno de las cosas a pesar de estar bien informados, mejor que la mayoría, de ser críticos y de saber que hay muchas cosas que no funcionan bien en España. Pero ninguno de los dos “se flagela” sino que lanzan mensajes positivos. Me refiero a Antonio Garrigues Walker y al magistrado José Ramón Chaves, autor de un blog, “De la Justicia”, que nadie debería perderse. Además, los dos tienen un inteligente sentido del humor y parece que nadie puede ser capaz de quitarles la ilusión de que este país olvide sus miserias, crea en su enorme potencial y salga adelante. Otro optimista incorregible es Pedro Sánchez, pero yo no le metería en el mismo saco que a los dos citados por razones que dejo que valore cada lector. Pero mientras Garrigues y Chaves solo seducen a sus lectores, Sánchez consigue, contra todos los elementos y casi todos los pronósticos, no solo alcanzar el poder sino mantenerlo y, si nadie lo remedia, acabará formando un Gobierno con Podemos y con el aval de ERC, sin que sepamos dónde nos va a llevar, cuánto nos va a costar a todos los españoles y si lo que salga de allí va a tirar por tierra lo que han tenido que hacer los jueces en defensa de la ley y de la Constitución.
“Cuando la arbitrariedad y la ilegalidad se atreven a levantar la cabeza con insolencia e impudicia, es siempre un signo seguro de que los llamados a defender la ley no han cumplido con su deber”. La frase, certera y tremenda, no es de ningún político español, sino del gran jurista alemán del siglo XIX, Rudolf von Ihering. ¿Hay que ser optimistas pese a todo? Si a finales de año hay investidura -espero que no sea el Día de los Inocentes- y los Reyes Magos nos traen un nuevo Gobierno, ojalá acierten. Los pronósticos que yo también hice cuando Sánchez nombró el Gobierno actual, eran partícipes del optimismo radical que practican Chaves y Garrigues, porque el currículo y la historia de muchos de sus miembros impulsaban una cierta esperanza. El desconsuelo ha sido absoluto, porque hasta los mejores de la lista han sucumbido en la política de no ir a ninguna parte ni de hacer nada concreto. Seguramente el único que sabía que el todavía Gobierno en funciones no iba a servir para nada -salvo para ostentar el poder y acudir a las elecciones en coche oficial- era Sánchez, pero, seguramente, no se lo dijo a ninguno de sus ministros y ministras. La prueba del fracaso la pueden constatar haciendo una simple pregunta a sus familiares en la cena de Nochebuena. Si alguno de ellos les puede citar el nombre y la cartera de cinco de los actuales ministros, yo habré perdido. Pero creo que ganaría por goleada.
¿Y, ahora, qué Gobierno? Los actuales ministros andan haciendo cábalas sobre quiénes van a seguir y quiénes no. Parecen seguros, Carmen Calvo, Nadia Calviño, Ábalos, Montero, Ribera y pocos más. Además de la vicepresidencia, las carteras que ya “se han adjudicado” a Podemos -Trabajo, pero sin Seguridad Social; Universidades, pero sin Ciencia; Igualdad; uno nuevo de Derechos Sociales...- son una bomba de relojería que puede estallar en cualquier momento, sobre todo, si como parece, los Ministerios de PSOE y de Podemos son compartimentos estancos en los que el otro no puede “meter la mano”. ¿Hay que ser optimistas pese a todo? ¿Un Gobierno, aunque sea inestable, de escasa confianza y sostenido por quien quiere vulnerar la ley, es mejor que otras elecciones? Optimismo, sí, pero sin volvernos locos.

Y ahora, un Gobierno

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