Casado: ¿acierto o decepción?

me cuento entre quienes creen que los cambios en la dirección del Partido Popular han sido, seguramente, para bien. Y digo ‘seguramente’ porque, la verdad, no he podido apreciar en los discursos posteriores de los recién elegidos, ni en el del propio Pablo Casado, variación sustancial alguna en la línea a seguir ni, por tanto, un avance esperanzador en la reconstrucción del país. Una reconstrucción que pase por un acuerdo entre la parte ‘homologable’ del Gobierno de Sánchez y el principal partido de la oposición, es decir, el PP de Casado. No hay otro camino, creo.
Es preciso que, con las condiciones que se quiera -ojalá sean muchas y duras--, Casado y cuanto él representa se involucren en la tarea de paliar el casi absoluto desgobierno que padece el país. La mitad del Ejecutivo o no funciona o, si funciona, es para intentar anular lo que la otra parte hace; hay descoordinación cierta con las comunidades autónomas, ataques a las instituciones, comenzando por la Corona, injurias a ciertos jueces que han tenido la osadía de entrar a investigar algunas presentas irregularidades en el partido coaligado con el PSOE.
Millones de españoles desconocen a estas alturas si van a poder llevar a sus hijos al colegio, y cómo van a hacerlo, mientras que no se espera la reaparición de la ministra de Educación al menos hasta mediados de la semana próxima y del ministro de Universidades simplemente no se sabe nada. Lo mismo que de la ministra responsable del turismo -nadie sabe quién es: yo tuve que recordarlo a través de Internet--. O de la nueva secretaria de Estado de Sanidad, la señora Cazón, a la que ni una palabra le hemos escuchado desde q
ue fue nombrada hace un mes. Claro que tampoco hemos vuelto a escuchar al propio presidente del Gobierno, que, antes, cuando estaba convencido de haber ganado la partida al virus puñetero -así de confiado se mostraba, tajante, el pasado 5 de julio, sin ser desmentido ni por el titular de Sanidad ni por su portavoz, el señor Simón--, nos amenizaba los almuerzos de fin de semana con una puntual rueda de prensa. Ahora, como vienen mal dadas y ostentamos el lamentable record europeo de rebrotes, boca cerrada, que ahí no entran moscas.
En resumen: este Gobierno, que proclamó orgulloso ser el que mejor estaba combatiendo a la pandemia en el mundo mundial, se ha mostrado incapaz de resolver los problemas que angustian a los españoles. Y, en palabras de uno de los flamantes dirigentes del PP, que discrepa en eso de la línea oficial de Casado, hay que ayudar a Sánchez a que se libere de sus insomnios, es decir, a que sustituya a Iglesias y a un par de ‘sus’ ministros. Otros, en el PP, se empeñan en que el problema es Sánchez -y puede que lo sea, pero lo cierto es que ganó las elecciones y encabeza la intención de voto en las encuestas_y prefieren esperar a que todo se desmorone, haya que convocar elecciones y, entonces, se de el giro que los ‘populares’ pretenden. Largo me lo fiáis, porque, mientras, el país entero literalmente se nos desmorona. Y vamos a sufrir todos bastante a la vuelta del verano.
Creo sinceramente que Casado tiene muchas posibilidades de ser el próximo presidente del Gobierno de España. Pero cuando razonable y prudentemente toque. Si se equivoca, puede que pierda esa oportunidad. Y entretanto... ¿qué?
fjauregui@educa2020.esCasado: ¿acierto o decepción?

Casado: ¿acierto o decepción?

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