Podemos pierde fuelle

La pájara por la que atraviesa Podemos tiene que ver con la salida del escenario de Pablo Iglesias, pero también con la calculada maniobra de Pedro Sánchez para apropiarse de parte del discurso de la formación morada. Habla como los de Podemos cuando ellos hablan de cosas tales como el salario mínimo, la ley de dependencia o la memoria histórica. El “sorpasso” con el que soñaba Iglesias y que fue durante meses una pesadilla para Sánchez, ya no envenena su sueño. Por la vía de la concepción cesarista del poder que impuso Iglesias al movimiento morado –de “monarquía comunista”, hablaba un antiguo dirigente–, se fue desencantando una parte de la militancia. La salida de Íñigo Errejón, para montar, rancho aparte, una plataforma con la alcaldesa madrileña Manuela Carmena, ha sido la puntilla. En una encuesta reciente, en la comunidad de Madrid, ésta plataforma supera en punto y medio en intención de voto a Podemos.
Ya vimos lo que pasó en Andalucía y ahora que ha empezado la precampaña hemos visto en el Congreso, en la sesión de control al Gobierno, a una Irene Montero muy tensa acusando a Sánchez de tener una agenda oculta en la que “por la puerta de atrás” estaría dando órdenes para reducir a la mitad lo presupuestado en gastos sociales. No aportó prueba, pero quedó claro que Podemos ha entrado en campaña sabiendo que sus expectativas electorales son mucho más limitadas de lo que eran apenas hace un año. La política se complace en la paradoja y paradójico resulta que después de ocho meses de sobreexposición de Iglesias, actuando poco menos que como legado de Sánchez –firma a medias con el presidente del proyecto de Presupuestos, visita a Junqueras en la cárcel, control de TVE, etc.– resulta que en términos de imagen suspende en todos los sondeos. Y, por primera vez en meses, en todas las encuestas publicadas Podemos comparece como cuarta fuerza, por detrás de Ciudadanos.
Lo pintoresco del liderazgo de Iglesias daría para escribir una tesis, pero no parece que la decadencia de Podemos obedezca a una sola causa. Va más allá incluso de algunos de los errores de bulto cometidos por la dirección del movimiento morado, caso, por ejemplo, de la alineación con los separatistas en el conflicto territorial catalán. Hay, por decirlo así, un reflujo de votantes de izquierdas en tránsito hacia el PSOE. Un proceso similar, aunque en este segundo caso de signo contrario, explicaría el tránsito de votantes tradicionales del PP hacia el partido Vox. Lo que parece innegable es que Podemos ha perdido fuelle.

Podemos pierde fuelle

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