El peor pecado político

Dos años después de alcanzar la Presidencia del Gobierno a través de una moción de censura urdida contra Mariano Rajoy por Pablo Iglesias y coronada con éxito merced a la traición de los diputados del PNV, Pedro Sánchez ha conseguido que ERC, otro de los socios de aquella moción, vuelva a la partida. Los separatistas facilitaran la prórroga a cambio de que se reanuden los contactos de la olvidada “mesa” del no menos olvidado “procés”.

A Sánchez no le importa revitalizar el tinglado de una farsa que ha conseguido empobrecer Cataluña creando mucha tensión en la vida política española. Sin reflexionar sobre la secuencia de acontecimientos generados por la provocación separatista sería difícil explicar la aparición de nuevos actores políticos en el escenario del Parlamento Español.

La incógnita menor de la ecuación del momento es saber qué hará Ciudadanos que tenía apalabrado apoyar al Gobierno en el tramo final del confinamiento. Para el partido que ahora dirige Inés Arrimadas la vuelta de Sánchez a las andadas con los separatistas supone cruzar una línea roja radioactiva. A los votantes de Cs les costará entender que sus dirigentes se embarquen en la misma nave en la que Sánchez vuelve a las andadas con los separatistas cuando ya hemos visto que hasta sus promotores y quienes les secundaron fomentando las algaradas callejeras de hace unos meses, habían desaparecido ante la llegada de un problema tan real como la epidemia y la crisis sanitaria.

Durante los meses de confinamiento la prioridad tanto en Cataluña como en el resto de España ha sido -y sigue siendo- salvar vidas. Pese a alguna simpleza como la de la portavoz del Gobierno de la Generalitat que llegó a decir que: “En una Cataluña independiente no habría habido ni tantos muertos ni tantos infectados”, en general, ante la extrema gravedad del momento la mayoría de los ciudadanos han pasado del “procés”. Puede que a muchos les cueste recordar los elementos de una urdimbre política artificial creada por una casta política minoritaria que ha convertido la causa separatista en su modo de vida. Pedro Sánchez podría haber explorado otras alianzas pero al buscar el apoyo de ERC -como hace quince días buscó el de Bildu- demuestra que participa de una estrategia que conduce a la polarización de la vida política española. Decía el clásico que el peor pecado de un gobernante es dividir al país al que está obligado a servir.

El peor pecado político

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