Mala conciencia

Algunos dirigentes del PP intentan cargar sobre los medios la responsabilidad moral de la muerte de Rita Barberá, pero la realidad es más compleja. Es cierto que determinados medios se habían cebado con ella convirtiéndola en el tótem al que iban a parar todas las bofetadas, pero lo que instaló a la senadora en la depresión fue el abandono de sus compañeros. El bosque de espaldas con el que se encontró desde que se vio inmersa en el procedimiento judicial. Su presencia en el Senado, complicaba las proclamas de regeneración que desde Génova 13 lanzaban los jóvenes recién llegados a las vicesecretarías del partido.
“Rita Barberá no cumple con los criterios de dignidad ni ejemplaridad, dice que no quiere dañar al partido, pero lo está haciendo” (Javier Maroto). “Está haciendo daño al partido. Al PP no le gusta no poder tener un comportamiento intachable en el ejercicio de las responsabilidades públicas. Rita Barberá haría bien en apartarse” (Andrea Levi). Nunca sabremos qué es lo que más pesó en el estado de ánimo de la senadora, pero seguro que la entristeció escuchar a Rajoy refiriéndose a ella cuando le preguntaron que si Barberá debía renunciar al acta de senadora como: “Esa persona a la que se refiere ya no forma parte del partido”. Como alcaldesa de Valencia lo fue todo en el PP. La mala conciencia habla ahora por boca de muchos de sus compañeros de partido. Sobre todo quienes se reclaman amigos. Pero lo hechos son tenaces.
A José María Corbín, cuñado de la senadora, se debe el triste epitafio de esta historia. “Rita a ha muerto de pena y la fundamental aportación la han tenido los suyos”. Ya digo, mala conciencia.

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