Mal vamos

l tiempo deja de tener importancia para los confinados pero es vital para los médicos. Sólo teniendo delante la tragedia estamos empezando a descubrir que la vida iba en serio y que en saliendo de la crisis tendremos que modificar muchas de nuestras prioridades vitales.

Nadie estaba preparado para esto y a la vista está que menos que nadie el Gobierno que aún teniendo más poder que ningún otro desde la Transición no acaba de acertar con la tecla para coordinar acciones y conseguir recursos. La muerte de más de mil quinientos ancianos en residencias geriátricas por falta asistencia médica especializada y por no contar con los equipos de respiración que habría podido salvar a muchos de ellos, exigirá algo más que una explicación.

Estamos ante un reto múltiple. No sobran ni los médicos ni las enfermeras especializadas en el funcionamiento de las UCIs, pero no hace falta un máster para decidir trasladar a los contagiados de una comunidad a otra colindante cuando en la primera se hayan agotado las plazas en los hospitales dotados de unidades de cuidados intensivos. Sería el caso de Madrid cuyos centros sanitarios están al borde del colapso mientras se ha publicado -y no ha sido desmentido- que en la cercanas provincias de Toledo, Guadalajara o Ciudad Real hay camas libres. ¿Por qué se anuncia que dichos traslados podrían realizarse pero en la práctica no se llevan a cabo? Es un misterio. O según cómo se mire, un escándalo visto que como digo, sólo en las residencias geriátricas de la Comunidad de Madrid la cifra de fallecidos supera los mil casos y pasan de mil quinientos en el conjunto de España.

Nadie dice que sea tarea fácil acertar a manejar una situación tan compleja. Pero se podría hacer de otra manera y contando con todos. Hay personas que han formado parte de los equipos de Sanidad con los gobiernos del PP y que son expertos en comercio internacional y otros que trabajan en algunas empresas multinacionales que podrían poner sus conocimientos y contactos a disposición del desbordado Ministerio de Sanidad, pero no les han llamado. El virus no distingue fronteras, el sectarismo, sí. Desmintiendo el lema que proclama que “Juntos conseguiremos vencer al virus”, Pedro Sánchez no ha contado con la oposición conservadora salvo para pedirles su voto favorable al decreto de Alarma. Ha elegido la peor de las opciones: dividir al país navegando sólo con Podemos y cediéndole a Iglesias el relato politizado de la crisis. Mal vamos. 

Mal vamos

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