La crisis venezolana

Incertidumbre es la palabra que mejor resume la situación política abierta en Venezuela tras el reconocimiento por parte de la mayoría de los países de la UE, entre ellos España, de Juan Guaidó como presidente interino. En términos prácticos es difícil aventurar en qué se va a traducir dicho reconocimiento. Porque el anuncio realizado por Pedro Sánchez de crear un grupo de contacto para abrir algún tipo de negociación con el Gobierno de Nicolás Maduro nada dice acerca de las intenciones del dictador.
Otro tanto sucede con la puesta en marcha de un plan de ayuda humanitaria para tratar de paliar las penurias que sufre la población. ¿Quién canalizará la llegada y posterior distribución de alimentos, medicinas y demás suministros ¿Los funcionarios chavistas? ¿Los militares que hasta la fecha apoyan a Maduro? ¿Qué va a pasar con las representaciones diplomáticas si Maduro se enroca y resiste la presión internacional? ¿En qué grado de incertidumbre colocan las medidas adoptadas a la colonia española en Venezuela y a las empresas de nuestro país que operan allí? Al elegir como formato para el anuncio una comparecencia sin preguntas, implícitamente, Sánchez venía a reconocer que no tienen respuestas para tantos interrogantes que plantea la situación por la que atraviesa Venezuela. Entre otras razones porque no hay precedentes de una crisis semejante.
El reconocimiento de la legitimidad de Guaidó para proclamarse presidente de la República con carácter interino se apoya en un mandato de la Constitución bolivariana que llegados a ese escenario emplaza al “presidente encargado” a convocar elecciones ¡en el plazo de 30 días! ¿Alguien piensa que Guaidó podrá llevar a término ese mandato y en el mencionado plazo con Maduro en Caracas teniendo todos los resortes del poder militar y policial en sus manos? 
La ambigüedad (cabe suponer que calculada) de Trump al responder que la posibilidad de intervenir militarmente en Venezuela es “una opción”, ¿ayuda a crear un clima político positivo de cara a encontrar una salida a la crisis o da argumentos al discurso anti imperialista clásico? ¿Europa tiene una hoja de ruta propia o como acusa el dictador Maduro va al rebufo de la que marca la Casa Blanca? Todo son incógnitas y preguntas. De las respuestas depende que la cosa se encauce por la vía de la negociación -que el régimen acepte celebrar unas elecciones libres auscultadas por la ONU– o que la situación derive en tragedia. Pinta mal.

 

La crisis venezolana

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