En la cuerda floja

dice la ciudadana Dolores Delgado, ministra de Justicia, que los comentarios soeces contenidos en la conversación grabada hace nueve años por el comisario Villarejo en la que Delgado, que entonces era fiscal de la Audiencia Nacional, se refiere despectivamente al juez Grande-Marlaska no se la pueden atribuir porque, según su decir, Marlaska es “una persona a la que quiere mucho y con quien mantiene una relación estrechísima desde hace muchos años”. Dice haber hablado con quien hoy es su compañero en el Gobierno tras publicarse el contenido de la grabación. El ministro no quiere entrar en este tema, pero no le debe haber hecho ninguna gracia. La ministra de Justicia se encuentra en la cuerda floja y echa balones fuera.
Pese a que la grabación es la que es y su participación en la ya famosa comida de los cuatro comisarios y el juez Garzón no ofrece dudas, también pretende no reconocerse en los comentarios que minusvaloran a la mujeres cuando ejercen de jueces. A ella se la oye decir que prefiere que la den “un tribunal de hombres, de tías no quiero. Yo no me llevo mal con las tías, pero de tíos, sé perfectamente por dónde van. Y cada gesto, cada cosa... por dónde va la historia”.
Esta parte de la conversación quizá sea la más desconcertante. No olvidemos que el presidente del Gobierno en Nueva York al hacer balance de los primeros cien días del Ejecutivo presentaba como un gran progreso presidir un Gabinete con perfil feminista. Choca que hable así de las mujeres quien está al frente de la una cartera como Justicia que tiene encomendado “instruir a los jueces en una perspectiva de género”. También está siendo muy comentado el apoyo que -habría recibido del presidente Sánchez.
Al hilo de sus palabras y del caso del que es protagonista resulta inevitable establecer un paralelismo con lo ocurrido con la también ministra de Sanidad Carmen Montón quien, tres horas después de haber recibido el apoyo del presidente, acabó presentando su dimisión ante el bochorno provocado por el plagio de su trabajo de fin de máster. Delgado denuncia que las maniobras de Villarejo son un ataque al Estado, un ataque institucional que pretende hacer un juego político. Es una forma de defenderse envolviéndose en la púrpura. Pero las palabras soeces y los comentarios despectivos hacia algunos de sus compañeros la persiguen a ella.

En la cuerda floja

Te puede interesar