El talante de la ministra

on millones de personas confinadas bajo el imperativo del estado de Alarma y en medio de un tragedia como la que estamos sufriendo -más de 26.000 fallecidos, 224.000 hospitalizados, 43.000 sanitarios infectados y 5.197.000 ciudadanos percibiendo alguna prestación del Estado-: unos por haber perdido el trabajo en los últimos meses y otros porque son parados sin posibilidad de empleo, cuesta creer que podamos tener a alguien en el Gobierno capaz escribir un twuit como este: “Reconforta ver La Castellana (Madrid) llena de bicis y sus bulevares de ciudadanos caminando, corriendo o paseando al perro”.
Pues lo tenemos. Se llama Teresa Ribera y es vicepresidenta cuarta del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. A mi modo de ver este mensaje refleja una falta total de empatía con los millones de personas que estamos sufriendo el confinamiento por la pandemia de gripe china. Una crisis sanitaria agravada por la deficiente gestión del Gobierno si se compara con lo ocurrido en países cercanos como Grecia o Portugal.
País, este último, que como se sabe tiene una tasa de fallecimientos muy inferior a la de España y sobre el que la señora Ribera nos legó otra de sus “perlas”: “Portugal paró antes. El coronavirus venía del Este y ellos están un poco más al Oeste y entonces pudieron parar un poco antes”. Lástima que el periodista que la entrevistó no la recordara que los mismo podría decirse de España en relación con Italia, país vecino en el que a primeros de marzo ya se habían producido decenas de muertes por el coronavirus cuando aquí desde el Gobierno se animaba a la gente a manifestarse el 8M.
La falta de sensibilidad señala una tendencia. Hace meses llegó a decir que el gasóleo tenía los días contados olvidando que hay miles de personas cuyo vehículo a gasoil es su instrumento de trabajo. Es la misma ciudadana que frente al hachazo que supone para miles de hosteleros las medidas de distanciamiento y demás limitaciones impuestas por el Gobierno para poder abrir los establecimientos llegó a decir: “El que no se sienta cómodo, que no abra”.
Semejante falta de empatía revela un pensamiento autoritario. Detrás de la razonable petición de los responsables del sector de la hostelería está la angustia de miles de ciudadanos que ven que no van a poder levantar las persianas de sus locales. Pero eso, al parecer, no quita el sueño a la ministra que saltó a la fama a raíz del gran espectáculo televisivo que fue la Cumbre del Clima que se celebró en Madrid porque en Chile –que es donde tocaba– el desorden reinaba en Santiago. De la mano de Greta Thunberg, aquella criatura mediática salida de un relato ecologista, Teresa Ribera tuvo sus horas de gloria. Pedro Sánchez premió aquella performance ascendiéndola a vicepresidenta. Después le encargaron la coordinación de la “desescalada” de la pandemia. Ha durado poco en esa encomienda. Parece que se han percatado de su talante. 

El talante de la ministra

Te puede interesar