Congreso triunfal

El PP se apresta a celebrar un congreso, que se presenta como un paseo triunfal. Nada perturbará el ánimo de Rajoy, el jefe llamado sin oposición ni crítica a seguir al frente del partido. Resulta muy llamativa la ausencia de debate político real. Es tan plácido el panorama que tal vez con ánimo de disimular han tenido que improvisar una presunta discrepancia interna acerca de la naturaleza del animal escogido como tótem del partido ¡Que sí gaviota, que sí charrán¡ Tremendo dilema. Todo en el congreso está concebido a mayor tranquilidad del único candidato a seguir dirigiendo el partido: Rajoy. Nadie le critica, nadie le discute. Hace un año perdieron 50 diputados, pero en los siguientes comicios sus electores les indultaron de los casos de corrupción y el PP sigue siendo el partido más votado.
Rajoy no entusiasma, pero sabe resistir la tempestad y maneja bien los tiempos para mantenerse en el poder. Eso, en política, es oro. Aunque sigue de reojo la crisis del Partido Socialista, hoy por hoy, nada le perturba. Hay que reconocer, a su favor, que Rajoy no ha instaurado lo que tradicionalmente se conoce como culto a la personalidad del líder. Lo suyo ha sido generar una suerte de jefatura líquida de la que nadie espera ni un discurso memorable ni un rumbo innovador pero en la que todos confían porque con él al frente, saben que mantendrán el puesto. Rajoy es reacio a los cambios.
Como igual seguirá la tríada de encomiendas que acumula la “número dos “del partido, María Dolores de Cospedal. Si las cosas funcionan, ¿para qué cambiar? Ese parece ser el lema que inspira la hoja de ruta de este hombre al que nada parece perturbar y de quien en el fondo tan poco sabemos pese a que lleva ya más treinta años circulando en coche oficial por la política española.

Congreso triunfal

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